Eran casi las cuatro de la madrugada cuando...
No, mejor todavía, eran las 03:48:01... 02... 03... cuando Montparnasse y sus esbirros pasaron a hacerle otra visita.
―Buenos días, princesa. ¿Has dormido bien?
Enjolras no tuvo fuerzas ni para suspirar. Se le habían dormido las dos manos y tenía el cuello agarrotado.
―Mira, de verdad que necesito ir al baño ―dijo cansadamente.
―Qué coño. Si ya has ido dos veces ―gruñó Montparnasse.
―Ya, pero es que ese tipo no deja de mirarme y así no hay quien pueda.
―Oye, ¿pego tú qué insinúas? ―lo acusó Claquesous.
Montparnasse chasqueó la lengua y decidió ir al grano.
―Te alegrará saber que tus amigos han escapado de la cárcel.
―Que quede clago que yo sólo lo estaba vigilando...
―¿¿De la cárcel?? ―se alarmó Enjolras.
―Ah, sí, es verdad, no te lo había dicho ―fingió recordar Montparnasse―. No quería que te dieras..., ya sabes, por muerto y todo eso. Para que luego digan que no empatizo.
―Eres muy amable ―dijo Enjolras en tono plano y amargado. El cansancio lo estaba trastornando porque estaba seguro de que ése no era él―. ¿Quieres algo? ¿O sólo has venido a burlarte?
―Excelente pregunta, aunque retórica, me temo. Quiero mi dinero. Y, ¿sabes qué?, no me fío de tus amigos. Algo me dice que te van a dejar tirado, así que empieza a hablar si no quieres que me enfade. Y no quieres. ¿Verdad que no quiere?
Los otros tres negaron al unísono.
―No, no quiege.
―Qué va.
―Paga nada.
―Ya los has oído. Así que, venga, escupe.
Enjolras los miró de forma desafiante. Y tenía una mirada desafiante verdaderamente impresionante. Era la clase de mirada desafiante que podría, digamos, enfrentarse a un pelotón de fusilamiento sin pestañear. Por ejemplo.
―Ninguno de vosotros verá nunca más ese dinero ―dijo muy serio―. ¿Y sabéis lo primero que voy a hacer cuando salga de aquí? Voy a cogerlo todo y a dárselo a los huerfanitos.
Babet, Claquesous y Gueulemer retrocedieron horrorizados, pero Montparnasse le sostuvo la mirada. Tenía que ser un farol.
―No serás capaz.
―Y también puede que done una parte a... los ecologistas ―se ensañó Enjolras.
―Estás enfermo ―siseó Montparnasse. Tenía la expresión de alguien que ha descubierto demasiado tarde que se enfrenta a un loco peligroso.
―Tú ponme a prueba ―lo retó Enjolras―. Habéis cabreado a la persona equivocada.
―¡Bueno, se acabó! He intentado ser amable pero has agotado mi paciencia. ¡Vas a decirme lo que quiero saber o te lo sacaré por las malas!
―¡Nunca!
―De acuerdo, tú lo has querido. ―El joven lo señaló con un dedo inquisidor―. ¡Torturadle!
Enjolras palideció un poquito, pero luego se recobró. Las libertades individuales se conquistaban con sangre, ¿no? Pues eso.
―Haz lo que quieras, pero no impedirás que la justicia y la verdad...
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God's Gonna Cut You Down | Les Miserables Humor/Road Trip AU
Fanfiction¿Nunca has pensado que el mundo sería un lugar mejor sin algunos cabrones corruptos y malvados? Alguien piensa como tú. ¡Les Amis se han puesto manos a la obra! Y no se les da tan bien como ellos creen. De hecho, es una idea tan mala como parece. *H...