No hay muchos problemas que sean importantes cuando estás muerto, sobre todo porque el hecho de estar muerto es el problema más importante que tienes.
En condiciones menos luctuosas, el juez del Tribunal Supremo Trevor Wright hubiera encontrado muy irritante que alguien se tomara la libertad de comerse las ostras que había pagado a precio de oro pero, dadas las circunstancias, aquel suponía el menor de sus problemas.
Era porque estaba muerto. A diferencia de su cena.
―Me parece una crueldad ―comentó Courfeyrac.
―¿Apuñalar a alguien con un picahielos? ―preguntó Combeferre.
―Ah, sí, eso también ―dijo Courfeyrac mientras engullía otra ostra recalcitrante. Puede que fuera cruel comérselas vivitas y coleando, pero tirar la comida también estaba mal―. Iría bien un poco de champán.
―No ―dijo Combeferre con rotundidad.
―¿No, qué?
―No vamos a llamar al servicio de habitaciones.
―Nosotros somos el servicio de habitaciones ―le recordó Courfeyrac, arreglándose la pajarita con actitud profesional―. Mira que no traer champán. Yo no me daría propina.
Inspeccionó el contenido del resto de las fuentes del carrito, perdió interés y se dedicó a pasear por la habitación con aire aburrido. Era una suite impresionante, tan lujosa y tan hortera como pueda uno desear en Las Vegas. A través del ventanal que ocupaba toda una pared resplandecía el extravagante skyline de la ciudad.
―Combeferre... ―llamó a su amigo, que estaba junto a la cama en la que yacía tieso Su Señoría. De su esternón sobresalía medio picahielos―. Sabes que está muerto, ¿verdad?
―Aha.
―¿Y por qué, em..., le tomas el pulso?
Combeferre lo ignoró. Se mostraba muy profesional cuando se trataba de emergencias médicas.
―Está muerto ―insistió Courfeyrac―. Difunto, fallecido, inerte, exánime, ¡ha expirado! Vamos, que no está vivo. Porque está muerto.
―De acuerdo ―se rindió Combeferre―. Deberíamos salir de aquí. ¿Qué estás haciendo?
Courfeyrac se había puesto a sacar el relleno de las almohadas y lo estaba amontonando junto a las cortinas.
―Cubrir nuestro rastro ―dijo con las cerillas de cortesía en la mano.
―¿Qué rastro? Nosotros no lo hemos matado.
―Pero hemos estado aquí ―dijo Courfeyrac con preocupación―. ¿Es que no ves la televisión? La policía de Las Vegas puede identificarte por una pelusa de la ropa; tienen bases de datos de todo lo que te imagines, ¡hasta de los pelos de la nariz!
―Deja esas cerillas.
―Pero es que...
¡Achís!
Los ojos de ambos giraron muy lentamente hacia el armario.
―¿Ferre? ―llamó Courfeyrac con cautela―. Llámame loco pero creo que... creo... que ese armario acaba de estornudar.
Combeferre ya tenía la mano bajo la solapa de su chaqueta. Courfeyrac sacó su arma y, tras cruzar una mirada, se aproximaron al armario cubriendo cada uno un lado.
―Muy bien ―anunció Combeferre en un tono que sugería todo lo contrario―, quien quiera que seas, sal con las manos en alto y sin hacer ningún movimiento extraño.
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God's Gonna Cut You Down | Les Miserables Humor/Road Trip AU
Fanfic¿Nunca has pensado que el mundo sería un lugar mejor sin algunos cabrones corruptos y malvados? Alguien piensa como tú. ¡Les Amis se han puesto manos a la obra! Y no se les da tan bien como ellos creen. De hecho, es una idea tan mala como parece. *H...