Sentimientos que florecen de día (parte 1)

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―Esto fue una travesura típica de Wei Wuxian. Él buscaba llamar la atención así que montó un escándalo y... se tiró al río.

Todos creyeron en las palabras que Jiang Wanyin repetía con una expresión hastiada, pero la verdad fue escondida del resto porque, tiempo atrás, Madam Yu había pedido ocultar este hecho tras sostener que sería una vergüenza para la reputación de la secta Yunmeng Jiang.

No se trataba de algo terrible que no debiera ser mencionado, pero Wei Wuxian le temía a los perros. Y no era un miedo leve sino muy grave, producto de un trauma durante su infancia.

Al oír un pequeño ladrido, él podría recorrer una ciudad entera huyendo de ese ruido que le recordaba a un trágico pasado siendo un huérfano en la calle. Incluso si el animal se encontraba lejos de él, el joven terminaba trepando cualquier cosa que tuviera cerca y que le inspirara seguridad, asegurándose de que el perro no lo mordiera.

El único discípulo conocedor ajeno a la secta Yunmeng Jiang resultó ser Nie Huaisang, el joven coleccionista de abanicos. Jiang Wanyin fue incapaz de mentirle y le hizo jurar por su vida que jamás abriría la boca para divulgar este secreto. Nie Huaisang asintió tantas veces que casi se le parte el cuello. Sin embargo, cuando vio a Wei Wuxian a la mañana siguiente, tuvo que esconder la mitad de su rostro detrás del abanico gris, morderse la lengua y no comentar sobre aquel nuevo dato obtenido de la confianza de Jiang Wanyin.

Puesto que no debían asistir a las clases, la mañana fue muy amena. En las escaleras cercanas a la Sala Orquídea se encontraban unos cuantos discípulos de otras sectas conversando. Se dividían en tres pequeños grupos, cada uno con un tema distinto del que hablar.

Sentado en una parte del tronco partido y enterrado cerca del río, el joven de uniforme púrpura seguía parloteando sobre las habilidades de los cultivadores que conocía en Yunmeng mientras Nie Huaisang, Ouyang Zhao y otro par de jóvenes escuchaban con cierto interés revoloteando en sus ojos. Wei Wuxian, por otro lado, continuó moviendo la rama en la superficie del agua, espantando así a los peces que nadaban cercanos al borde del río. En su rostro se había adherido una expresión que mostraba tal grado de aburrimiento que parecía tener ojos de pez muerto. El dolor de cabeza que sintió al despertarse por fin parecía estar esfumándose, pero un rastro de cansancio persistía en su cuerpo por no haber dormido durante la noche entera. Adivinaba el motivo de esos leves pinchazos en las sienes, pero también lo ignoraba completamente. Suspirando, comentó:

―No sé si es peor aburrirme escuchando a Lan Qiren o aburrirme escuchándote a ti.

Jiang Wanyin paró a media palabra y bufó al oír su queja en voz baja.

―¡Pues no escuches!

―Pues no te escucharé.

―¡Pues piérdete!

―Pues me perderé por ahí.

―¡Pues...!

Sabiendo que caería en su juego si continuaba con la absurda conversación, puso los ojos en blanco y dejó escapar el suspiro más largo y profundo de su vida. Wei Wuxian se burló de su irrisorio sentido del humor y, haciendo caso omiso a las siguientes advertencias de Nie Huaisang en caso de que se encontrara con Lan Wangji por el camino, soltó la rama con la que estaba jugando y se alejó del lugar.

Si supieras que voy directo a ver a Lan Zhan..., se rio internamente siguiendo el camino hacia el Pabellón de la Biblioteca.


Desde su inesperada llegada, hacía apenas media hora, se fijó en que Lan Wangji había resoplado un total de cuarenta y siete veces.

―Lan Zhan, mírame, ¿por qué estás tan concentrado en ese libro? ¿Es tan interesante?

「Cuarzo cristalino」|  WangXian | Mo Dao Zu ShiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora