Hasta que volvamos a vernos

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Shuoyue descansaba sobre las sábanas grisáceas y púrpuras del diván. A su lado, encima de la túnica doblada a la perfección, se encontraba Liebing envuelta en una fina capa de tela. Lan Xichen contempló la vela de la mesa por un momento y su mirada se movió de nuevo hacia el papel amarillento en el escritorio de madera. Resopló. Pese a las normas de su secta, las cuales debía seguir tanto dentro como fuera de Gusu, esa noche pareció haber caído sobre él para no dejarlo descansar.

Pero tenía la certeza de que no era el único que aún no había cerrado los ojos. En la ventana ubicada enfrente había una abertura cuadrada al descubierto, así que el aire fresco con fragancia de loto y la luz rojiza se filtraba delicadamente por ella. En el exterior, una pequeña linterna que flotaba lentamente entre la oscuridad terminó su camino en la habitación asignada a Lan Wangji. La vela se apagó con un soplo y fue dejada en la entrada. Más tarde una chispa azul espiritual se encendió dentro de la estancia, voló durante el tiempo que tarda un palo de incienso en quemarse y finalmente se esfumó.

La expresión de Lan Xichen se apaciguó mientras se sentaba en la silla. Tal vez no era tan malo saltarse un par de reglas de vez en cuando.


Al día siguiente se repitió el mismo suceso en el comedor. Ninguno de los discípulos de la secta Yunmeng Jiang se había acostumbrado a tales presencias abrumadoras, por lo que a veces las miradas fisgonas retornaban a estas dos figuras solitarias que se tomaban su tiempo para desayunar. Ciertamente estos Dos Jades de Lan lucían como blancas magnolias perdidas en un estanque colmado de flores de loto púrpuras, mientras Wei Wuxian representaba el papel del escarabajo negro que perseguía a la distinguida magnolia hermosa aunque inexpresiva.

Da Shixiong ―llamó uno de los discípulos a su lado, Hu Shuxiu―. Lan Wangji no deja de fruncir la frente. ¿No le gusta la comida de Xuan Shu? ¿Crees que está enfadado?

―Siento que me congelaré si sigue mirando hacia aquí... ―añadió Peng Shao estremeciéndose y a punto de llevarse a la boca un bollito al vapor.

Wei Wuxian no pudo contener la risa.

Hu Shuxiu y Peng Shao eran los discípulos más cercanos a Wei Wuxian. Ellos lo consideraban su respetado Da Shixiong y muchas veces acababan siendo arrastrados hacia sus travesuras en Muelle de Loto. Hu Shuxiu era un muchacho de rasgos finos y naturaleza humilde que se juntaba con sus mejores compañeros la mayor parte del tiempo. Como la mayoría de los discípulos, él llevaba su cabello negro recogido en un moño mientras algunos mechones cortos caían a ambos lados de su cara. Debido a su complexión delgada, aún sin entrenar arduamente, a simple vista no aparentaba formar parte del grupo de los cultivadores jóvenes. Por otro lado estaba Peng Shao, un joven regordete y alto, cuya fuerza destacaba entre los discípulos inexpertos. Con su carácter se ganaba la confianza de los demás, aunque siempre resultaba ser el que le pedía a Wei Wuxian, paciente y suavemente, que dejara de enojar a Madam Yu con sus hazañas. ¡Porque su maestra marcial era nada más y nada menos que la mismísima Zise Zhizhu! ¡Si alguien o algo la molestaba durante la mañana, en el campo de entrenamiento revelaría su lado sádico y los discípulos a su cuidado morirían de extenuación!

Haciendo a un lado ese último detalle que a menudo Wei Wuxian olvidaba, era agradable que no existieran reglas extrictas sobre la apariencia como en cierta secta de Gusu. Todos los discípulos y sirvientes de la secta Yunmeng Jiang parecían simplemente personas sin conexiones con el mundo del cultivo, no seres inmortales de límpido jade como aquellos dos solitarios al fondo que por fin habían acabado su insulso desayuno.

Wei Wuxian alzó la mano justo cuando los ojos de Lan Wangji se posaron en él, y lo llamó riendo. Sin embargo, recordó el momento incómodo en la noche y su sonrisa se paralizó mientras bajaba la mano de nuevo. Hizo una mueca confundida.

「Cuarzo cristalino」|  WangXian | Mo Dao Zu ShiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora