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Los días pasaban con total tranquilidad, no había algo que los estuviera correteando como para temer por un día no verse. Sus vidas se llegaban a complementar en cierto punto; esta conexión que había entre ambos sorprendía al mayor pues hasta parecía que el conocerse era parte de su guión de vida.

Con el pasar de aquellos maravillosos días una idea se estaba empezando a plantear en su cabeza. Si quería que el moreno supiera que iba con toda la intención de lograr algo, primero debía hablarlo con aquellas dos hermosas personas que le habían concedido la vida que ahora poseía; aquellas dos personas que nunca lo vieron de una forma discriminatoria por su nacionalidad.

Lo había decidido. Le contaría a Miguel sobre su idea y esperaba una reacción buena por parte del contrario y de su familia.

Su teléfono sonó un par de segundos antes de callarse para nuevamente molestar con ese tono de llamada que tenía por defecto. Su mala cara desapareció cuando aquel nombre estaba escrito en todas su notificaciones, ¿parecía intenso? Un poco solamente. Atendió la llamada y una pequeña sonrisa se asomó por entre sus labios al escuchar su voz.

—Buenos días. Lamento si te desperté pero necesito contarte sobre esto. Necesito tu aprobación. —Su voz salió a una velocidad que logró confundir al menor.

—¿Te encuentras bien? ¿Qué pasa por qué hablas tan rápido?— Soltó una pequeña risa tras escuchar al mayor hablando de tal manera.

—Si, todo bien. ¿Estás en casa? ¿Quieres ir al parque?

—Bien, te veo ahí, adiós.

Extraño. Eso era lo que pasaba por su mente después de cortar la llamada. Si bien Hiro era muy serio y reservado, no había escuchado de sus amigos que el mayor tuviera una faceta así. Le agradaba el hecho de que se le veía mas emocionado por salir a las calles del pueblo que cuando llegó.

Como habían acordado se encontraron en aquel parque que a ambos les encantaba. Lo vio a lo lejos sentado en la banca cubriéndose del sol, sabía que lo odiaba por cosas personales pero le seguía causando gracia el verlo huir de aquellos rayos del sol que quemaban su pálida piel.

Sus miradas se conectaron y se saludaron entre ellas demasiado emocionadas a su parecer. Solo una mirada eso parecía ser ahora muy suyo y le veía como lo mas hermoso del mundo el sentir como sus ojos se comunicaban entre ellos sin la necesidad de hablar.

—¿Vas a decirme por qué hablabas tan rápido? —Después de dedicarle una sonrisa se sentó a su lado a admirar el bello paisaje que se encontraba frente a ellos

—Voy a ir a hablar con tus padres sobre mis intenciones mas noche. —Estaba nervioso, demasiado a decir verdad.—

—¿Vas a qué? —Quitó rápidamente su vista y la posó sobre el contrario tratando de buscar su mirada para saber si estaba bromeando.— ¿Hiro?

—Lo que escuchaste Miguel. Iré a hablar con tus padres, quiero que me vean como alguien digno de ti al igual que tu familia— Habló para después verlo y su expresión no le pareció muy buena. Lo sentía como una mezcla de miedo e inquietud.— ¿Estás bien?

—Hiro. Ellos pondrán muchos peros a lo que sea que surja entre nosotros.

—Haré que cambien de opinión, ya verás. Si tan solo aceptaras mi propuesta yo-

—Hiro, los conozco mejor que nadie, ellos me criaron y estoy demasiado seguro que la mitad de mi familia hará hasta lo imposible por negarse a un algo. —Un suspiro abandonó sus labios levemente y reposó su espalda en el respaldo del mismo banco.— En especial mi Abuelita, ella te va a odiar.

¿PUEDO TOMAR TU ORDEN ? [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora