DIEGO.
Me gustas- Le solté de golpe.- He estado enamorado de ti desde que te conocí, desde ese día no he dejado de pensar en ti, te has convertido en mi gran amor.
Mientras digo esto siento que el corazón se me sale del pecho, estoy demasiado nervioso. Temo solo me mira asombrado, no emite ninguna expresión y mucho menos una palabra, el ambiente se llena de una tensión que sólo ambos logramos sentir. ¿Estará esperando que le bese? Porque de ser así yo encantado. Me acerco lentamente y cuando menos pienso nuestros labios se unen en un dulce beso, sus labios son suaves y sentirlos hace que dentro de mí se desate una explosión de sentimientos, por un momento logro sentir como sus hombros se relajan y también como disfruta de este momento. Ambos somos una bomba de sentimientos que acaba de estallar. Justo cuando mis emociones están a punto de llegar a tope se separa bruscamente.
-Diego, no.- Logra decir mientras retrocede y acaba con el beso.
-Pero es lo que ambos queríamos.- Digo aun tratando de asimilar lo que pasa.
-Fue un error Diego, lo siento, no debí haberlo permitido.
Escuchar eso solo me hizo sentir mal.
-Pensé que tú también...- Intento decir.
-Eres mi mejor amigo.- Me interrumpe.- Siento haberte confundido con todo esto, pero es que simplemente lo nuestro nunca podrá ser. Te quiero, pero no de la manera que quisiera.
Algo dentro de mí se derrumba a pedazos, siento como las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos y el pecho me quema, no puedo creer que haya quedado como un idiota, pero es que simplemente yo pensaba que ambos estábamos enamorados; todo apuntaba a que sí, las señales eran claras.
-Temo.- Logro decir y siento como mi voz sale como un hilo muy apenas audible.
-Lo siento mucho Diego.- Dice y una lágrima recorre su mejilla.- Pero yo no puedo corresponderte. Me tengo que ir.- Suelta como último y se retira.
Mientras lo veo alejándose no puedo evitar que las lágrimas sigan invadiendo mis ojos, todas las partes en las que mi corazón se rompió se van junto con él, todos mis planes a su lado se desvanecen. Dentro de mí todo arde, quisiera gritar, gritar hasta quedarme sin voz. Por él acepte ser quien soy, por él empecé a vivir y ahora no estoy seguro si esto en realidad es vida.
-¡Diego!
Ese grito termina por esfumar mis recuerdos.
-¿En dónde estabas?- pregunta con una sonrisa, una hermosa sonrisa.
- Creo que tuve un viaje por todo el universo.- Le contesto regresándole la sonrisa.
- Si estas así porque me voy. No deberías, vendré a visitarte cada vez que pueda, además, podemos hacer videollamadas y platicar por horas, como de costumbre.- Me dice mientras me toma de las manos.
Cuando sus manos tocan las mías siento electricidad recorriendo cada parte de mi cuerpo, a pesar de todo, a pesar del tiempo todavía lo sigo amando, cada vez más.
-No es por eso, Cuauhtémoc.- Digo y separo nuestras manos.- y más te vale que cumplas tus promesas o si no tendré que ir a Oaxaca y jalarte las orejas.
-No será necesario, promesa López.- Cuando dice esas palabras levanta su mano derecha como haciendo un juramento, según dice, es una tradición familiar y significa que no importa que pase, siempre debes cumplir lo que dices.
Solo logro sonreírle y el me regresa la sonrisa, siento unas ganas inmensas de besarlo, pero en lugar de eso solo lo abrazo y un suspiro sale de mi pecho,
-Te voy a extrañar, Temístocles.
-Yo más a ti Diegochas Popochas
Ambos soltamos una ligera risa mientras nos separamos, pues esos eran los apodos que Pancho, el padre de Temo, nos había puesto. Mi celular suena y es un mensaje de mi madre, al parecer ya vino a recogerme.
-¿Ya llegó? - Pregunta con un poco de tristeza
-Sí.- Contesto.
Me acompaña a la puerta y antes de salir de nuevo nos abrazamos, quisiera que este momento fuera eterno, sentir su olor por toda la eternidad, tenerlo así de cerca y nunca cansarme de estarlo.
-Mucha suerte, cuídate.- Digo sin saber que más decir.
-Lo mismo digo- Obtengo como respuesta de su parte
Cuando nos separamos puedo ver unas ligeras lágrimas bajando por sus mejillas y con mi mano las seco.
-Todo estará bien, ya lo verás.- termino por decirle y como respuesta solo asiente.
Me doy la vuelta y termino por salir, esta posiblemente sea la última vez que vea al amor de mi vida, el amor que tanto anhele, pero que nunca me pudo corresponder.
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ARISTEMO. Las voces del corazón.
RomanceAristóteles Córcega se ve ligado en una guerra de sentimientos, mientras que Cuauhtemoc López debe definir sus emociones y asumir las responsabilidades que cada uno de sus acciones. Ambos lucharan contra las voces de su cabeza y las voces del coraz...