CAPÍTULO 13. Ya no es un secreto.

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CUAUHTÉMOC



No sé si pasaron minutos o fueron los segundos más largos de mi vida, pero todo permanecía en silencio, no quería voltear y verlo, no por qué sintiera vergüenza ni mucho menos, sino que esa no era la forma en la que él debía enterarse.

Sin más volteo y puedo verlo de pie en la entrada de la sala, su rostro no refleja expresión alguna. Empiezo a temblar y mis nervios aumentan. No sé en qué momento mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas, ni siquiera sé por qué me siento así, yo era quien quería ser libre, yo mismo estaba decidido a serlo, pero ahora que hay otra persona más que sabe de esto me toma por sorpresa y hace que quiera seguir ocultándome, pero es obvio que eso ya no es posible.

Una lagrima resbala por mi mejilla y Aristóteles corre hacia mí y me abraza, me abraza muy fuerte, pero también con delicadeza, como si yo en algún momento pudiera romperme.

-Todo va a estar bien-. Escucho que me dice tranquilamente.- No tienes nada de qué preocuparte.

Con una de sus mano esta rodeando mi cintura y con la otra sostiene mi nuca, me aprieta contra su pecho y puedo escuchar sus latidos, es uno de los sonidos más dulces que he escuchado.

-Lo siento-. Logro decir entre un sollozo.

-No tienes que disculparte por nada-. Mientras dice eso, escucho como su voz sale desde su pecho.- No has hecho nada malo.

-No tenías que haberte enterado aun-. Cuando esas palabras salen de mí no puedo hacer más que acurrucar mi rostro en su pecho.- Y menos así.

No sé cómo explicar lo que estoy sintiendo ahora mismo. Por un lado me agrada que Aristóteles no haya reaccionado mal ante esta noticia, sino que en lugar de haberse enojado o decepcionado de mí, me protege entre sus brazos me dice que todo estará bien, pero a pesar de todo aún hay algo de miedo dentro mí, pues dudo que sea fácil decirle a toda mi familia, no sé cómo vayan a reaccionar y eso me aterra demasiado.

-Perdón-. Logro decir con la voz entre cortada y aun con lágrimas botando de mis ojos.

-No te disculpes por nada.- Escucho decir a Diego.

Por un momento había olvidado que estaba aquí, me intento separar de Aristóteles, pero por más que quiero hacerlo por completo, el aún me sostiene. Puedo ver como su camisa ahora esta mojada por mis lágrimas.

-Pensé que esto iba a ser más fácil-. Digo volteando hacia Diego.

Mi voz suena un poco más cortada, mi cuerpo tiembla y las lágrimas no paran de caer.

-Hey-. Dice Ari volteándome hacia él y levantando mi mentón suavemente con una de sus manos y con la otra limpia mis lágrimas.- Todo va a ser más fácil desde ahora, para eso estamos Diego y yo.

Ari le hace un gesto a Diego para que se acerque.

-Somos tus amigos y te vamos a apoyar-. Cada palabra que Aristóteles me dice me refuerzan, me llenan de vida.- No tienes nada que temer.

-Temo-. Escucho que dice Diego.- Te vamos a apoyar hoy y siempre.

Aris vuelve a abrazarme y ahora abre más sus brazos e invita a Diego a sumarse al abrazo. Sentir el apoyo de los dos es una sensación indescriptible, en estos momentos mi mente no enfoca sentimientos individuales hacia ambos, en este instante los dos son mis mejores amigos y ya, a ambos los amo por igual y no quiero que nunca se aparten de mí.

-Muchas gracias por todo a los dos-. Logro decir.- Gracias por no soltarme.

-No tienes que agradecer nada-. Escucho decir a Diego mientras se separa del abrazo y yo intento imitarlo, pero de nuevo Aristóteles se niega a soltarme.

-Vamos a salir juntos de todo esto, Temo.- Me dice Aristóteles.

-Sí, te vamos a poyar en todo.- Me vuelve a decir Diego.

Lo único que puedo hacer es voltear mi rostro hacia Diego y regalarle una sonrisa, él me la regresa y mientras mantenemos el contacto visual siento como Aris me abraza aún más fuerte haciendo que me cuerpo reaccione de manera satisfactoria, ahora que estoy más calmado puedo sentir las mariposas en el estómago, Aristóteles Córcega produce miles de sensaciones en mí. Estiro una de mis manos hacia Diego y él la toma con las suyas, la acaricia como si se tratará de un pequeño cachorro. Sentir el contacto de Diego también produce cosas dentro de mí, no con la misma fuerza con la que lo hace Aristóteles, pero de igual forma no puedo ignorar eso.

Por ahora no debo pensar en mis líos amorosos, así que prefiero enfocar mis pensamientos en cómo voy a decirle a mi familia que soy gay, la idea aun me sigue aterrando un poco, pero tengo a mis dos amigos que me apoyan. Otro peso se desvanece de mí cuando recuerdo que mi orientación sexual ya no es un secreto.



*****


Para escribir este capítulo y el anterior me base en un hecho real. Les explico:

Yo tengo un amigo y yo sabía de sus preferencias sexuales. Un día estábamos hablando de eso en su casa y de como él estaba listo para salir del closet, en nuestro caso quien escucho toda nuestra conversación fue su hermano y afortunadamente no lo tomo a mal, sino que lo apoyó y así (Tal como en este capítulo lo hace Aris con Temo).

Fuera de eso yo no tengo experiencia con eso de revelarte ante tu familia y expresarles como te sientes con cierto temor de no saber como reaccionarán, afortunadamente mis padres desde siempre han sabido mis preferencias sexuales y me han apoyado incondicionalmente (Soy bisexual, por si se lo preguntan, bueno aunque por ahora tengo novio con quien he empezado una vida como pareja).

Sin más quiero decirles que no tengan miedo de ser quien ustedes son, ser felices solo depende de nosotros y sinceramente yo prefiero vivir rechazado pero feliz a ser un infeliz rodeado de personas que ni siquiera conocen quien eres en verdad. 

Hasta la próxima actualización.

Pd. les recuerdo que pueden seguirme en twitter para estar más en contacto 

Username: DanielPacchiano (Link directo en mi perfil)

-Daniel Pacchiano

ARISTEMO. Las voces del corazón.Where stories live. Discover now