CUAUHTÉMOC
Recuerdo el día en que todo comenzó, ambos estábamos nerviosos, no había razón para estarlo, pero aún así la tensión que ambos generabamos podía incluso sentirse a kilómetros de distancia.
-¿Te gustó la película?-. Me preguntó mientras dirigía la vista hacía mí.
A pesar de que íbamos caminando guiados por la luz de la luna, pude ver como sus ojos brillaban al contemplarme y como una sonrisa estúpida se dibujó en su rostro.
-Un poco dramática...-. Le contesté en tono burlón.
-Así como tu.
-¿Me estás llamando dramático?-. Protesté de inmediato, jugando un perfecto papel de indignación.
-Solo un poquito-. Contestó mientras con sus dedos lo recalcaba.
Era nuestro típico juego favorito, él amaba llamarme dramático y yo solo entraba en papel.
-Pues deberías buscarte a alguien que no sea dramático, alguien como por ejemplo el chico que nos vendió las entradas.
Era cierto que ambos no éramos nada, nuestras conversaciones se limitaban a ser acerca de nuestras aburridas vidas y a veces de temas en común, nuestras manos nunca antes habían estado entrelazadas y nuestros labios siempre se mantenían a una distancia normal, los únicos "Te quiero" que nos habíamos dicho fueron por mensaje, pero esa noche, todo estaba destinado a cambiar.
-¿Estás celoso?- Me preguntó.
-No, solo estoy diciendo que si te parezco dramático, deberías buscarte a alguien más que no lo sea.
No supe si aun seguíamos jugando, pero al parecer él había dejado de hacerlo, pero yo solo quería más drama.
Espere a que una palabra saliera de su boca, pero no obtuve respuesta.-Ahora simplemente no vas a contestar ¿Quién es el dramático ahora?
Por un momento no habló, y me preocupé, el juego se me salió de control. pero no dije nada malo.
-¡Te la creíste!-. Gritó mientras soltaba una carcajada.- Deberías haber visto tu cara.
Mientras él se detuvo para seguir riendo abiertamente yo seguí avanzando, era obvio que caí en su broma, pero no debía darle el lujo de ganar esta vez.
-No caí, era parte de mi juego también-. Dije mientras paraba y volteaba hacia donde estaba él.
-No, si caíste y redondito-. Me contestó, bueno es lo que deduje que dijo, ya que las carcajadas apenas si le dejaban hablar.
-No, Aristóteles, no-. Le recalqué en tono seco y entonces sus carcajadas cesaron y se acercó a mí.
Yo me quedé inmóvil, otras veces se había acercado a mí, pero esa vez fue diferente.
-Con todo y tus dramas eres único, Temo-. Dijo en un tono extraño justo cuando estaba frente a mí.
Tal vez su voz siempre había sonado así, pero ahora con todos mis sentimientos a tope y con él tan cerca de mí sonaba más profunda, era capaz de derribar un edificio completo, así como derribó todo dentro de mí.
Quería decir algo, pero mi boca en ese momento se selló, mi garganta no producía ningún sonido, por dentro gritaba pero por fuera era una estatua cuyo rostro fue esculpido para mirar abajo.
-Escúchame bien Temo-. Dijo mientras con sus manos me levantaba el rostros. -Eres oro puro y mereces ser tratado como tal.
Mis ojos no podían centrarse en ningún otro lugar mas que en los suyos y aunque ahora nos encontrábamos en un lugar donde apenas llegaba la luz, el brillo que producían era suficiente como para reemplazar 100 bombillas eléctricas.
-Temo, eres especial para mí, quiero cuidarte como el oro que eres. Temo, Te quiero.
Recordar todo esto me pesa demasiado, aunque puedo decir que he superado todo el daño que me causó, no estoy ni un poco seguro de que sea así, recordarlo me mata lentamente y a pesar de que sé cuanto me hace daño, nunca quiero dejarlo ir.
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ARISTEMO. Las voces del corazón.
RomanceAristóteles Córcega se ve ligado en una guerra de sentimientos, mientras que Cuauhtemoc López debe definir sus emociones y asumir las responsabilidades que cada uno de sus acciones. Ambos lucharan contra las voces de su cabeza y las voces del coraz...