Capítulo 27.5. ¿Qué pasó en realidad? No importa. Adiós para Siempre

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CUAUHTEMOC


He conocido a Aristóteles desde hace algunos meses, nuestra relación ha sido perfecta, hemos hecho un "click" especial y creo que ambos sentimos lo mismo. En diversas ocasiones hemos demostrado que ambos queremos algo, pero nunca se ha dado, por ejemplo, hace algunas semanas atrás estábamos viendo una película en su casa y en un momento tomo mi mano de la nada y después con su mano giró mi rostro hacia el suyo y me acercó a él, pero cuando iba a suceder, entró su mamá e interrumpió el acto, y así como esa ocasión hubo más, en la azotea, en el parque, en los pasillos del edificio, en mi casa y la lista continúa.

¿En cuanto a Diego? Sí, me gusta, o me gustaba, ya no lo sé, lo único que sé es que pienso en Aristóteles todos los días y cuando no estamos juntos, todo mi ser lo extraña. Fui muy claro al contarle todo esto a Diego, y él lo tomó bien, aunque me duele ser la causa de su dolor, otra vez.

Hoy he decidido salir con Aristóteles y confesarle todo, decirle que no puedo vivir sin él y a ser correspondido de una vez por todas.

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Son casi las 11 de la noche de un miércoles y las calles de Oaxaca están desiertas, pero sobre ellas deambulan dos almas que están dispuestas a darlo todo por amarse, Aristóteles y yo.

Decidimos parar en un parque cerca del edificio, y nos sentamos en una banca.

-¿Te gustó la película?-. Me pregunta Ari.

-Muy perturbadora al final, pero me alegra que todo se haya solucionado-. Le contesto.

El solo me regala una risa forzada, pero con ella entiendo que él opina lo mismo.

-Te estás muriendo de frío, déjame darte mi chamarra-. Menciona, mientras se quita su chamarra y la pone sobre mis hombros.

¡¿Qué más señales quiero si todo es tan claro?!

Le agradezco por el acto y me recuesto sobre su hombro.

-Temo nunca te vayas de mi lado-. Me dice, y después pasa su brazo sobre mí, para abrazarme y acercarme más a él.

Si hubiera sabido que todo eso no significaba nada para él, lo hubiera evitado, hubiera evitado todas las cosas que me confundían, hubiera evitado establecer relaciones con él, pero la vida es tan injusta, que ella misma me dejó ser parte del juego de Aristóteles, o tal vez fui yo quien nunca quise ver lo que en realidad era.

-Nunca me voy a ir-. Le contesto.

Pasaron unos minutos y él no me suelta, entonces me armo de valor para confesarle todo. Es ahora o nunca.

-Ari-. Comienzo a decirle, mientras levanto mi rostro mientras me separo de él, para verle cara a cara.

-¿Qué pasó Temo?

Mis nervios aumentan y me cuestiono si estoy haciendo lo correcto.

-ehm.. No se como comenzar-.Los intentos por ocultar mis nervios me delatan más, pero ya no puedo esperar.-Se que hemos sido amigos desde hace tiempo...

No se como llegar a lo que quiero, decir, entonces empiezo a darle vueltas al asunto y su cara demuestra confusión.

-Sí, Temo, Lo hemos sid..

-Shhh-. Le interrumpo. -Déjame terminar.

Si el habla, me pondré más nervioso y no quiero eso.

-Te decía...-. Continuo. - Hemos sido amigos desde hace tiempo y siento que la relación que ha florecido entre ambos es más grande que cualquier otra cosa y hay veces en lo mucho que pienso en lo genial que es esto y en lo mucho que me gusta estar contigo. No es lo mismo cuando estoy contigo y cuando estoy con alguien más, no es lo mismo escuchar tu voz y escuchar la de alguien más. Se que tal vez sepas a donde va todo esto, pero déjame ser yo quien lo diga. Aristóteles estoy enamorado de tí.

¡Lo dije, al fin lo dije!

Él no me dice nada, su cara solamente está sin expresión, por mi parte solo puedo limitarme a sonreír y a esperar una respuesta.

-¿No vas a decir nada?-. Le pregunto y pronto mi sonrisa empieza desvanece, su expresión facial refleja algo difícil de explicar.

-¿Qué me acabas de decir?-. Comienza a decirme, en tono seco y despectivo

-Que estoy enamo...

-No lo vuelvas a repetir.

Su cara a cambiado de repente, sus ojos no reflejan nada y su actitud es de rechazo.

Mi corazón comienza a sentirse cada vez más pequeño, como si alguien lo estuviera comprimiendo, cada vez más y más.

-Ari, yo...

-No digas nada, no te atrevas a mencionarlo y que te quede claro que yo no siento nada por ti, que te quede claro que yo no soy como tú.

Sus palabras me hieren, siento como cada una de ellas penetra dentro de mi ser y me hace sangrar, sangrar dolor.

-No se que hice para que pensaras todo eso, pero déjame decírtelo, que te quepa en la cabeza que No so gay.

Él se levanta muy enojado y se va a su casa dejándome tras él, dejándome con el corazón roto y con un dolor en el alma. Aristóteles no me ama, todo ha sido una mentira.

El resto es historia

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Aristóteles desapareció de mi vista durante las siguientes semanas, cuando intentaba acercarme a él me evitaba, una vez me empujó para apartarme de su camino, aunque después se haya disculpado, lo hecho hecho estaba. Durante semanas no podía pensar nada más que en su rechazo, no podía pensar nada más que en aquella fría noche.

La última vez que decidí dejar de buscarlo y a conservar mi dignidad, fue una vez que me gritó frente a sus amigos que lo dejara en paz, me humilló a tal grado que mi corazón puso barreras sobre él.

Ahora que él quiere acercarse a mí, ya es imposible, no voy a perdonar todo el daño que ya me hizo para que tenga otra oportunidad de hacerlo. Ya no. He decidido poner mis límites y no dejar que vuelva a usarme. Adiós para siempre, Aristóteles Córcega.


pd. Aún guardo en mi closet la chamarra que me prestó aquel día, no sé porqué lo hago, pero un pedacito de mí la conserva con la esperanza de que él algún día me ame, como yo lo sigo amando hasta el día de hoy.


*Últimos capítulos*

ARISTEMO. Las voces del corazón.Where stories live. Discover now