C A P Í T U L O 42

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La luz del tenue amanecer daba pequeños reflejos en el rostro de Brissa, ella aún permanecía escondida entre mis brazos. Su respiración chocaba contra la piel de mi pecho desnudo, aunque a muchos les parecería molesto a mi me llenaba de calma, la tranquilidad se apoderaba de mi cada vez que sentía su respiración, ya que de esa manera podía saber claramente que esto no era un sueño y que ella permanecía conmigo, a mi lado.

Ayer había sido una noche agitada, no de la manera en la que todos piensan. Si no que ayer habíamos ido al concierto de una de mis bandas favoritas. Brissa y yo nos habíamos colado entre la gente hasta que llegamos al pie del escenario donde se encontraba Cage The Elephant tocando. Habíamos quedado afónicos de tanto cantar y gritar como locos. Habíamos ido al concierto con los boletos que Franco y Mauro me habían regalado para mi cumpleaños, no puedo negar que me había sentido realmente extraño al no tener a mis mejores amigos a mi lado, pero entonces miraba a Brissa y extrañamente me sentía mejor. En algún momento de la noche recordé que ellos también tenían boletos para esa noche, traté de buscarlos entre la gente, pero había tanta, que era sumamente difícil encontrarlos. Eran más de la 1:00 de la mañana cuando el concierto termino y cuando ya íbamos saliendo del lugar donde había sido el espectáculo, los vi. Mauro iba de la mano de Linda y Franco abrazaba a Selene por los hombros, en ese extraño momento no se como me sentí.

Tal vez sólo un poco traicionado, porque al fin de cuentas Fran no había creído en mí. Él había creído en ella por la culpa de ese amor unilateral. Me sentí triste porque mi mejor amigo había caído en la trampa de esa chica. Ninguno de ellos se percató de mi presencia. En ese momento Brissa estaba sobre mi espalda, tal vez de alguna manera ella sintió cuando me tense, así que busco con la mirada hasta que dio con ellos. Estuvimos tanto tiempo mirándolos que sintieron nuestra mirada. Mauro fue el primero en captarnos en su campo de visión. Linda fue la siguiente, luego Selene y por último Franco. Todos se quedaron inmóviles como su estuvieran deseando no haberse encontrado conmigo, se sentían igual que yo. Cuando por fin Mau reaccionó alzó una mano y me saludo energéticamente, aunque un poco incómodo, podía notarlo en sus facciones. Linda me dedico una sonrisa amigable. Selene en cambio quito su mirada de nosotros claramente molesta. Franco me vio sin mover un músculo y no sabía exactamente lo que sentía, pero era claro que aún no me perdonaba.

Brissa palmeo mi hombro y me hizo reaccionar, se agachó hasta mi oído y susurró un bajo hay que irnos, caminé con pasó lento aún con Brissa sobre mi espalda. De repente todo mi buen humor se había ido.

Después de eso ni Brissa ni yo dijimos una palabra, llegamos a mi casa y con suaves caricias sonreímos y platicamos dejando atrás lo raro e incómodo que había sido ese momento.

—¿Estás bien? –pregunto Brissa con voz somnolienta.

—Si –sonreí acariciando su cabello negro.

Hacia ya varias noches que Brissa se quedaba hasta el amanecer. Un día me atreví a preguntarle el porqué ahora si se quedaba. Ella me dijo con voz baja que le mentía a su abuelo "El zorro" diciéndole que todas esas noches encontraba un cliente, que él le pedía quedarse hasta más tarde y ella accedía porque le pagaba bastante bien. Brissa no tenía el dinero que le prometía a ese hombre pero aún así seguía mintiéndole. Así que en un momento de valentía o estupidez le ofrecí mi propio dinero. Ella se negó cada vez que yo se lo ofrecía, pero después de hablar con ella, acepto. Se enojó y despotricó en contra de mi, pero ella sabía que necesitaba ese dinero, así que en algún momento se calló y aceptó mi trato.

—Hay que levantarnos, ya casi es hora de ir al instituto –le dije con un puchero infantil, ella se rió y me dio una palmada en el hombro, aún así se levantó y camino con seguridad hasta llegar al cuarto de baño.

Noches sin Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora