Micaela y Emily bajaban las escaleras de la casa de la morena, ambas ya preparadas con sus maletas escolares colgadas en sus hombros.
Karla al verlas bajar se acercó con rapidez para ayudar a su hija, Emily ignoro a su madre como lo había hecho el fin de semana desde el viernes en la noche cuando se enteró lo de su padre y la encontró peda con la madre de Micaela.
-Les prepare desayuno, como les gusta, tostadas con crema de maní, tocino y batidos de Cola cao.
La rubia al escuchar el menú de su primera comida del día se emocionó (¿Quién no se emociona con la comida?), preparándose para arrancar al comedor y tomar su haciendo aspirando todo lo que se encontrara en la mesa, Emily la tomo del codo antes de que la rubia imperativa aceptara el desayudo de su madre.
-Comeremos en el instituto.
La rubia miraba hacia la cocina con sus ojos esperanzados, luego miro a su mejor amiga que esperaba a que ella caminara a su lado.
A Emily le dolía comportarse de esa manera con su madre pero el dolor de sentirse engañada por haberle ocultado algo tan grabe era aún más fuerte.
Karla se lo oculto, pero lo hizo en forma de protección, ella todavía no podía a figurarse la situación en la que su familia se encontraba, su hija con problemas de relación con las personas, el trastorno y constantes pesadillas de Emily; incluso a pesar de que ya había pasado un año y meses desde el accidente, ver con las consecuencia con la que cargaba su hija y ver sus bellos ojos pardos, sabiendo que esos preciosos ojos no podían ver como las demás personas, que si su hija era alejada a las personas, ahora con mas razón, haber quedado ciega le dio aun mas desconfianza.
Emily había perdido la mitad de su vida gracias a su distracción, a haberle puesto más importancia a una joya familiar que el cuidado al manejar por la carretera, y aunque no quisiera, se culpaba día a día, constantemente, cada vez que miraba los bellos ojos de su hija, porque si ella hubiese puesto atención a la carretera, nada de eso hubiera pasado. De seguro el padre de Emily siguiera con ellas, Emily tendría una vida normal, como toda adolecente, saliendo a fiestas, leyendo libros, practicando deportes. Como una adolecente debe de ser.
Ahora más que nunca Karla se sentía culpable de las tristezas de su pequeña.
-Anda, nos ha hecho un batido de colacao-hablo con tristeza la rubia-.Por favor-lloriqueo.
-Llegaremos tarde y le tengo que dar las gracias a Colton y a Frank.
-Ohh, ¡genial!-se emocionó Micaela-Quiero ir a torturar un poco al ricitos de lodo-La rubia dio unos brinquitos, jaloneando a Emily para que saliera rápido por la puerta-.Anda camina rápido, quiero ser su primer dolor de cabeza del día.
Como todos los caminos en auto, Micaela iba con la cabeza de fuera, como toda una mascota, solo le faltaba sacar la lengua. El rubio cabello de la rabiosa bailaba por el fuerte viento de las mañanas, Micaela disfrutaba el aire golpeando su rostro, sentir la brisa resbalándose entre sus dedos, como su pudiese atrapar el aire en su mano.
-¿Eres tu travesti?-el auto de la madre de la morena se paró en el semáforo y al lado de ellos un deportivo vagamente familiar.
La rizada cabellera perfectamente acomodada se asomaba por la ventana del deportivo de su mejor amigo, en su pálido rostro tenía una sonrisa ladeada y unos lentes de sol colgaban por el puente de su nariz.
-¿Que estas por todos lados?-le gritó la rubia con su ceño fruncido y su cabellera dorada hecha un desastre por la culpa del viento.
-Es el destino ¿no lo crees?.
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Mirada Perdida
Teen FictionElla le enseñara a amar con los ojos cerrado y él a disfrutar cada segundo de la vida.