Capítulo 22: "Muy tarde"

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Los ojos azules de castaño estaban fijos en el techo de su recamara, viendo con atención cada una de esas pegatinas que brillaban en la oscuridad que estaban distribuidas por todo el techo de su cuarto, de cómo cuando estaba pequeño le gustaba contar cada una de ellas antes de dormir para cerciorarse que todas y cada una estuviesen en su lugar, incluso les había puesto nombres, y no como “la osa mayor” que en realidad uno se pasaba la vida entera buscando entre las estrellas una figura de una osa, cuando solo eran figurillas raras que podían ser reconocidas en distintos lugares. Las figuras de Colton si eran figuras, el las había pegado de esa manera para que al verlas pudiera identificarlas bien, aunque su plan no había salido tan bien estructurado ya que aquel que se suponía que era un pez parecía un infinito.

“350” se dijo a si mismo al terminar de contar las estrellas que a pesar de los años estas seguían teniendo ese brillo entre verde y amarillento.

A su cabeza llego la morena de ojos pardos. ¿Por qué pensaba tanto en ella?. ¿Por qué ella?.

Soltó un suspiro tratando de buscar las respuestas de sus propias preguntas, y encontraba ninguna concreta.

Las posibles respuestas de su primera pregunta era por la apuesta, pero el mismo sabía que la razón por la cual pensaba en ella no era solo por la apuesta que había hecho con sus amigos. Pero tampoco sabía porque lo hacía.

No hubo respuesta de la segunda pregunta, porque no se le ocurría, o lo que se le venía a la mente prefería omitirlo, porque eran pensamientos imposibles.

Su móvil comenzó a vibrar por debajo de su cuerpo, movió el brazo para tomarlo. <<Con que ahí estabas>>.

-¡Colton!.-el castaño despego el móvil de la oreja al escuchar el grito de su mejor amigo.

-No me grites Sharman.

-Perdón-se disculpó el rizado del otro lado de la línea-. Colton, estoy en la televisión.

-¿Qué?.

-Si amigo, estoy en la televisión y no ha sido nada por mis padres, sino por la mujer demonio.

-¿Qué?-Se sentó y comenzó a buscar con la mirada el control remoto.

La televisión se encendió y por su suerte estaba en el canal local,  y como Daniel había dicho, ahí estaba el con los rizos todos alborotados y sangre saliéndole del labio y a su lado lo acompaña una Micaela intacta, con su cabellera dorada toda enmarañada, pero ese era su estilo de todos los días.

La mujer comenzó a relatar la historia de cómo su mejor amigo (Daniel) y Micaela había estado corriendo por todo el parque 67 mientras se gritaban palabrotas y como es que la rubia corría con una escoba que había tomado de la Universidad y que planeaba descontar a Daniel con ella y cuando se la aventó porque ya estaba harta del rizado terminaron golpeando a uno de los asesinos más buscados en la ciudad y como este al querer tomar a Micaela por haberlo golpeado por accidente hizo que Daniel se enojara y lo golpeara y ambos comenzaron a pelearse hasta que el hombre saco de su bolsillo una navaja y como la rubia sin pensarlo dos veces saco un taser de su bolsillo y soltó unas cuantas cargas eléctricas al hombre para que dejara en paz a Daniel y está continuamente le gritaba que ella era la única que podía lastimar físicamente al rizado.

-¿Lo escuchas?, ¡La maldita travesti tenía un Taser en su bolsillo, comenzare a ser más cuidadoso con lo que le haga o encontrare donde lo guarda para quitárselo y que no gaste toda la energía en mí!.

-¡Daniel!-le hablo a su amigo que de toda la situación en donde lucho contra un asesino serial, en lo único que se había preocupado era en el aparató que soltaba cargas eléctricas y como Micaela lo podía usar en su contra.

Mirada PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora