Carta #8.

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Sigo tratando de superarte, ¿Porqué es tan difícil?, ¿Porqué me resulta tan complicado dejar de amarte?.
Si de verdad me amaras me habrías matado tú mismo por piedad.
Tener que lidiar con tu ausencia es algo que ya te he dicho un millón de veces que me resulta imposible, porque todo lo que hago es pensar en ti y en tu sonrisa, tú hermoso y rizado cabello negro junto a tú preciosa piel morena, tus brillantes ojos marrones protegidos por aquellas bonitas gafas que utilizabas de vez en cuando, en tu melodiosa risa que me hacía sentir que nada me faltaba y el tono tan perfecto de tu voz que siempre ha logrado darme paz.
Yo estúpidamente creí que estábamos bien, creí que estaba claro que nos amábamos y que te quería a mi lado más que ninguna otra cosa en este mundo, pero la cuestión es... ¿cómo mantienes a tu lado a alguien que no quiere quedarse?.
Hay tantas preguntas en mi mente, tanto dolor en mi corazón, mi vista se nubla y empiezo a perder la razón. ¿Porqué demonios me hiciste amarte si luego ibas a dejarme?, ¿Porqué fuiste tan cobarde para dejarme en vez de ser tú quien se quedara a morir lentamente sufriendo el dolor de mi partida?.
Te odio tanto por ser tan Idiota para dejarme "por mi bien", a veces eras tan egoísta que no puedo asegurar que en verdad fuera por eso y no porque era lo que tú en realidad querías, siempre se hacía tú voluntad y veo que no fue la excepción esta vez.
Quisiera gritarte en la cara lo mucho que te odio y lo egoísta que eres por dejarme y solo pensar en tu felicidad, pero siendo sinceros, jamás podría odiarte realmente ni aún que fuera lo que más deseara, porque yo aún te amo.
¿Cuándo será mi turno de descansar mientras tú sufres?, la verdad espero que no sea pronto, no podría descansar sabiendo que tú sufres.
Recuerdo aquel día en que tuvimos una primera cita real.
Dijiste que siempre habías soñado con que alguien hiciera algo mágico por ti, y como yo haría cualquier cosa por ti, me decidí a hacer lo más mágico que mi presupuesto he imaginación me pudieran permitir.
En todo nuestro tiempo juntos siempre fuiste un chico sensible, y ante mis ojos completamente tierno.
Ese día corrí a mi casa lo más rápido que podía y llegue casi sufriendo un colapso respiratorio.
Lance mi mochila por ahí y corrí al jardín, encontrándome la terrible sorpresa de que debía haber cortado la hierba hace bastante y definitivamente recoger la basura de la última vez que alguien estuvo ahí.
Luego de arduas horas limpiando todo en el jardín venían dos de las cosas más difíciles, la decoración y la cena, ¿qué se supone que se cocina en una cita?, ¿cómo te pedía que vinieras a tener una cita conmigo?, y la peor de las preguntas, ¿y si decías que no?.
Trate de quitar todas las preocupaciones de mi cabeza, busque por todos lados las decoraciones de navidad y utilicé todas las series de luces para decorar y así nuestra velada fuera mucho más mágica.
Busque por todo internet y me decidí a cocinar una infalible receta, ¡Spaghetti!, es imposible que le salga mal a alguien, ¿no?... o bueno, eso pensé hasta que casi quemo la cocina y mejor ordene una pizza.
Fui a vestirme lo más decente posible sin que pareciera que exageraba, no quería dar una mala impresión en ningún aspecto.
Y para cerrar con broche de oro, te mande un texto para que fueras a mi casa urgentemente. según mi lógica, si no decía que era una cita no podrías negarte.
Cuando llegaste mis manos sudaban, la pizza ya estaba ahí y tú lucías simplemente perfecto como siempre; te guié hacia la parte trasera de mi casa y tu expresión no me dejó saber si estabas sorprendido, feliz o a punto de mandarme a la friendzone... quizá todas las anteriores.
Pero solo me miraste, me diste una gran y sincera sonrisa y me abrazaste tan fuerte que creí que me iba a morir de asfixia.
Tus ojos se humedecieron poco a poco y decidiste hablar conmigo, contarme más sobre ti y lo que habías pasado, el porqué de su mudanza y otras cosas más. Estabas devastado y a mi no me gustaba verte así, pero entendía que los momentos de duelo siempre son difíciles. Intente animarte y terminaste optando tener aquella cita.
Nos sentamos en una manta a mirar las estrellas, aún que ninguna brillaba tanto como la sonrisa que vestiste toda la noche mientras cantaba para ti con aquella guitarra que había obtenido muchos años atrás.
No era la primera vez que estabas comiendo pizza en mi casa, pero si la primera vez que lo hacíamos siendo una cita.
Y no puedo asegurar cómo es qué pasó, pero me besaste ahí bajo las estrellas, de una forma tan suave, tan lenta, extraño esos besos.
Dijiste que morías por hacer eso y yo solo pude volver a besarte porque en una forma metafórica, moriría si no lo hacía.
Amo con toda mi alma que seas feliz.
Te fuiste a casa luego de pasar una gran velada cuando tú madre vino a recogerte, aunque te dije que eras afortunado porque yo no solía besar en la primera cita, lo cual es completamente verdad si dejamos de lado el hecho de que jamás había tenido una cita antes.

       Las noches estrelladas siempre me hacen extrañarte más, B.

El día en que te perdí. (Versión cartas).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora