Carta #16 Final.

12 2 0
                                    

Fui yo quien puso la cruz de madera sobre tu tumba y fui yo quien escribió tu nombre en ella, fui aquel que lloro incesablemente y quien rogó no te apartaran de su lado porque sabía que seria la última vez que iba a verte.
Fui yo, aquel que suplica; esa persona que no quería dejarte ir, quien aún no puede dejarte ir.
Vives en mis recuerdos, aquellos que se alojan en lo más profundo de mi corazón y de mi alma. Eres el dolor y la pena que me aquejan, aquella tristeza que no me deja vivir.
Eres todo lo que necesito, pequeño Ed, eres el único al que quiero tener aquí a mi lado.
Quisiera llorar contigo, pero es imposible porque si nosotros estuviéramos juntos no estaríamos llorando, yo sería feliz, volvería a ser feliz.
Han pasado los días, han pasado incluso los meses ya y tú recuerdo sigue golpeándome tan fuerte como golpea las ventanas el viento en un día de tormenta, y el vacío de mi pecho se extiende más y más. Te extraño.
La gente me repite que no se puede revivir a los muertos, pero para mi tu no estás muerto; tú aún vives conmigo en mi corazón, en mis recuerdos.
Tu estás siempre presente en mi mente día a día, eres aún más real que el maldito aire que estoy respirando en este momento y demonios, en verdad estás rompiéndome.
Me haces tan feliz y me destrozas al mismo tiempo, me haces arder y luego me consumes en ese mismo fuego convirtiéndome en la ceniza que el viento se llevó.
Te tenía en mis brazos, te tuve en mis brazos antes de tu partida mientras te rogaba que te quedaras a mi lado sin éxito.
Tenemos que admitir que fue mi culpa, yo te llene de confianza y amor a la vida; fue por eso que cuando aquel chico entró gritando que toda aquella gente que lo había lastimado merecía pagar y sufrir también, mientras estábamos en clase de física, tú te levantaste a tratar de convencerle de que la vida era mejor. Recuerdo bien que le dijiste que sin importar si ahora estaba muy mal, bastaba con que alguien le demostrara que la vida valía la pena como alguien más ya lo había hecho contigo. Hablaste algunos minutos tratando de convencerlo, logrando así también que algunas personas salieran del salón con más facilidad y se pusieran fuera de peligro, pero aún cuando probablemente les hayas salvado la vida a esas personas, te olvidaste poner fuera de peligro la vida más importante: la tuya.
Entró histérico y gritando, comenzaste a intentar tranquilizarlo y hacerle ver que las cosas podían cambiar, trataste de ayudarlo y al final el término haciéndolo de todos modos, llevándote a ti con ellos.
Corrí, te abrace a mi mientras sentía la sangre resbalando por mis manos y cayendo de mis dedos en forma de gotas, trate de ayudarte y te pedí, más bien te rogué que no te rindieras, te supliqué que no me dejaras solo y aún así te fuiste.
Dijiste que me amabas, me agradeciste por todo y yo ya estaba llorando, lloré mientras te sostenía y con mi voz cortada te pedía que lucharas un poco más y todo estaría bien.
Te escuche decir mi nombre una última vez, junto a aquel "te amo" que me dijiste con tu último aliento, y después de eso todo fue silencio.
Todo el lugar era un caos, pero para mi todo era silencioso, porque tu voz se había apagado. Mire tus ojos mientras sostenía tu cuerpo ahora sin vida y grité con todas mis fuerzas partido en dolor y llanto.
Te abrace a mi hasta que alguien llego a separarnos, y luego de eso ya no pude volver a verte hasta el día de tu funeral.
Quiero dejar en claro cómo pasaron las cosas. Esta es la última carta que escribo y ahora estoy decidido a acompañarte. Volveremos a estar juntos pronto, en la vida y la eternidad como te lo prometí.
Te amo con todo mi corazón y lo que me queda de vida.

  Ya no podía vivir un día más sin ti, Brandon Baldwin.

El día en que te perdí. (Versión cartas).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora