Capítulo no editado
Rayos, rayos, rayos. ¿Por qué todo se complica cada vez más?
No conozco a mis padres del modo que una hija lo haría. No sé si ellos serían tan crueles para hacerle daño a Luke. Pero sí sé que ellos no se rinden hasta conseguir lo que quieren, y ellos me quieren a mí.
Nunca en mi vida he estado en un punto de estrés, pero ahora todo se está acumulando y no puedo hacer nada. Siento como algo pesado sobre mi pecho que amenaza con detener mi corazón y no me deja respirar.
Pongo el dinero en la mesa y salgo de la cafetería. Camino con ayuda de las muletas en busca de un lugar solitario. Si pudiera nadar ahora lo haría.
Entro a un callejón que me lleva a otro, y ese a otro. Cuando creo que nadie me ve grito dejando salir toda mi frustración. Grito a todo volumen por unos segundos hasta que mis pulmones me exigen aire. Recupero el oxígeno, me siento más aliviada.
—¡Coraline, corre, busca el teléfono y llama a la policía! ¡La loca de las noticias está en el callejón! —escucho una voz exclamar. Alzo la mirada y veo un anciano en una ventana.
Hacemos contacto visual por unos segundos y luego hecho a correr lo más veloz que mis muletas me lo permiten.
Corro por las calles y busco con la vista algún lugar para ocultarme. Veo un centro comercial y entro. Hay muchas personas, eso me ayudará a escabullirme.
¡Qué tonta soy! Puedo dejar que me atrape la policía y mis padres vendrán por mí. Es una ironía, yo quiero estar lo más lejos posible de mis padres y ahora necesito que me encuentren.
Repito, no conozco a mis padres. No sé que le harían a Luke pero debería asegurarme de que lo liberen. Ellos tienen mucho poder en sus manos y pueden arruinar su reputación, su situación económica o, peor aún, su vida.
Regreso a la calle y busco una cabina telefónica. Tengo que caminar mucho para encontrar una, esas cosas están en peligro de extinción. Por suerte encuentro una.
Dudo que estos teléfonos funcionen, pero no pierdo nada con intentarlo. Entro y deposito unas monedas en la pequeña ranura. Marco el número de mis padres que me sé de memoria y coloco el teléfono en mi oído. Nada. Intento de nuevo y ocurre lo mismo.
Tendré que hacer un alboroto para que llamen a la policía. Lo pienso un poco, tengo dos ideas. Puedo ir por la calle pidiéndole a alguien que llame a la policía para queme busquen, o más sencillo, mendigo un minuto para poder llamar a mis padres.
Me quedo con la última opción, la más razonable y empiezo a pedirle a las personas que me presten una llamada. Al séptimo intento una señora me ofece su teléfono y marco a mi madre.
El teléfono timbra una vez y me contesta su secretaria la cual me pasa directamente a mi madre.
—¿Sue, eres tú? —cuestiona ella, supongo que no puede imaginarse que la estoy llamando después de todo lo que he huido por ella.
—La misma. ¿Quieren que vaya con ustedes?
—Sí —contesta inmediatamente.
—Entonces liberen a Luke, sé que lo tienen.
—¿Qué te hace pensar eso?
—¿En serio quieres que crea que no estás detrás de todo esto? —la reto.
—De acuerdo, él está con nosotros. Pero no lo liberaremos hasta que vengas.
Le pregunto a la señora a mi lado donde estamos y ella me da la dirección la cual yo paso a mamá y le pido que envíe a alguien por mí.
Veinte minutos después un auto pasa por mí y entro. Estoy haciendo lo opuesto de lo que tenía planeado. Se supone que estaría camino a Francia para estar más lejos de mis padres y ahora voy derecho a la boca del lobo.
En el camino de regreso a la casa de mis padres pienso en lo que voy a hacer cuando esté allá. Tengo que asegurarme de que liberen a Luke y distraerlos para luego escapar. Me llevaré a Luke a Francia y juntos seremos unos fugitivos.
Llegamos a la mansión donde residen los tan famosos Thompson y solo siento que estoy entrando a una cárcel. El chofer me guía a la puerta donde espera un mayordomo y el mayordomo me guía hasta el estudio de mamá.
—Mi querida, Sue —saluda como siempre lo ha hecho desde que tengo memoria—. No sabes por qué estás aquí. ¿O sí?
—Vengo para que dejen ir a Luke.
—No, me refiero a que no sabes por qué te buscamos tanto.
—¿Acaso es... porque me quieren mucho? —Me sorprende la forma tan fácil en la que me sale el sarcasmo, nunca he sido alguien con sentido del humor.
—Si estás aquí es porque sabes algo que nadie más puede saber —explica seria.
—No entiendo —admito. Aún sigo de pie, ella no me ha invitado a sentar en ningún momento y no tengo intenciones de hacerlo.
—¿Recuerdas cuando leíste todo el material de esa carpeta en tu primer día de trabajo?
Asiento, eso fue antes de ayer. Parece como su hubieran pasado semanas de eso.
—Todo era información confidencial y nadie más que los Thompson puede saberlo —indica sacando la carpeta que estaba leyendo.
—¿Y qué pasa si alguien más lo sabe? —inquiero. Tengo mucha curiosidad por esta información. ¿Se supone que lo que hacen es ilegal o algo así?
—Todo nuestro imperio se vendrá abajo. Por eso no puedo dejar que andes por ahí con información tan valiosa. Y yo me encargaré de que no vuelvas a salir.
Siento dos presencias en la espalda y giro mi cabeza para ver. Son dos hombres de gran altura y complexión fuerte.
—Rayos —murmuro por cuarta vez en el día.
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SUE
AzioneEllos querían una hija perfecta. La enviaron a una isla con los mejores maestros. Planearon cada día de su vida durante dieciocho años. Ahora está libre, y muchos quieren arrebatarle la libertad. Pero ella no se los va a permitir.