Doce

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-¿Qué haces aquí? -pregunta él incorporándose

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-¿Qué haces aquí? -pregunta él incorporándose.

-Huyendo de las personas que me enviaron a una isla en un principio -enuncio con total normalidad. Cuando veo que el hombre de negro está lejos me siento.

-¿Huyes de tus padres? -Asiento con la cabeza-. De hecho ya lo vi venir.

Me sorprende que haya dicho eso. Me quito los lentes y lo interrogo con la mirada-. ¿Cómo así?

-Los niños abandonados crecen con cierto rencor hacia sus padres. Supuse que tu rencor sería más grande porque tu veías a tus padres y notabas que estaban bien sin ti.

-Parece que usted también sabe como se siente -analizo.

-Sí, soy como tú.

-¿Usted vive cerca o está de vacaciones? -inquiero. No puedo volver a casa sabiendo que mis padres quieren que los obedezca a la fuerza.

-Vivo en la ciudad, en un Penthouse.

-¿Puede hospedarme en su casa hasta mañana? Por favor, mis padres enviaron a unos hombres a buscarme.

-Sí, claro. ¿Pero qué vas a hacer después? Tu vida entera estaba calculada y has roto el esquema.

-Encontraré algo... Primero quiero convencer a mis padres de que no puedo hacer lo que quieren.

En media hora ya estamos en su auto camino a su Penthouse. El maestro White me prestó una camisa y unos pantalones enormes los cuales tengo que sostener para que no se me caigan cuando camino.

Los Thompson son conocidos por conseguir lo que quieren. Quieren mi libertad y no puedo permitírselos. Debo evitarlos hasta que se calmen.

Llegamos a un edificio algo lujoso. Subimos por el ascensor hasta el último piso. No pude evitar sentirme rara dentro de esa caja que se mueve, siento que me puedo caer en cualquier momento.

-Disculpe la molestia, Luke no sabía de los hombres y yo no tenía a donde más ir -me excuso. Él pasó varios años enseñándome y de seguro ya estaba feliz de que su trabajo hubiese terminado.

-Tranquila, eres la hija que nunca tuve. Todos los maestros te consideramos como parte de nuestra familia -comenta. Eso me hace sentir especial porque yo sentía que no pertenecía a ningún lado y que todos solo me querían por conveniencia.

-¿Puedo usar su teléfono?

Él me lo ofrece sin dudarlo. Marco el número de Luke. Él contesta preocupado porque ha llamado cientos de veces y yo no he respondido. Le cuento todo lo que pasó y el me pregunta donde estoy. Le mando la dirección y le pido que me pase a buscar mañana.

-Sue, espérame aquí. Voy donde la vecina a pedirle un poco de ropa -informa el maestro mientras abre la puerta con intención de salir.

-No es necesario... -menciono. Este finge no escuchar y sale dejándome sola.

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