Dieciocho

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Sin editar

Una familia pasó en su camioneta y se ofreció a llevarme

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Una familia pasó en su camioneta y se ofreció a llevarme. Por casualidad iban a un hotel. 

Aún seguimos cerca de los suburbios, por ende no hay muchos lugares para quedarse aparte de moteles baratos.

Aparcaron en el estacionamiento del motel con un letrero neón con casi todas las letras apagadas. Les doy gracias y voy a donde se supone está la recepción. 

La mujer pide mi nombre para poder entregarme una habitación. Busco rápidamente en mi cabeza alguna idea para no dar el mío, no quiero que sepan donde estoy.

—Marie Watson —. Lo único que llega a mi mente es el nombre de la isla y el apellido de Luke.

—Es probable que no haya agua después de las doce. Si quiere darse un baño le recomiendo que aproveche antes de esa hora —indica la recepcionista al entregarme la llave. Me molesta el sonido que hace con su boca al mascar chicle.

Me voy de inmediato y busco la habitación que tiene el número de las llaves. Nunca antes había estado en un hotel, mucho menos un motel. Pero si algo sé, es que no son muy higiénicos.

No creo poder dormir en una cama donde quien sabe cuantas personas han dormido. Pongo mi mochila sobre el sofá que hay junto a la pared, apoyo las muletas en la esquina y me siento.

Si supiera que mis padres me perseguirían por cielo y tierra, hubiera preferido quedarme en la isla. Al menos allá no tendría que preocuparme por nada y viviera ignorando que un mundo existe. 

Apoyo mis codos en las rodillas y pongo mi cabeza entre mis manos. Yo siempre he sido emocionalmente estable, incluso pensaba como una persona mayor y era muy optimista.

La última vez que lloré fue cuando enterraron a mi antigua mentora, y eso fue hace diez años. 

Puedo decir que Luke es más emocional que yo. Es espontáneo. No tiene miedo de reír a carcajadas cuando está felíz; llorar como magdalena cuando está triste o gritar de frustración cuando algo lo de quicio.

Él es más humano, vive el momento y es libre. En cambio yo, soy más indiferente, analizo todo y por más que lucho por la libertad no la consigo.

Si me quedo sentada tampoco podré librarme de mis pensamientos. Con ayuda de las muletas me pongo de pie y me desvisto. Voy al baño y me detengo a verme al espejo.

Mi piel está más palida de lo usual y está sucia con sudor seco. Tengo una bandita adhesiva de mariposa sobre el golpe en la frente y mis ojos se ven cansados.

—¿Quién eres, Sue Thompson? —le pregunto a mi reflejo.

¿Quién soy? ¿Acaso soy perfecta? ¿Soy una humana o simplemente un objeto que no quiere ser usado? 

Soy solo Sue, hija de una de las familias más poderosas del mundo entero y al mismo tiempo un fantasma. Soy una heredera de una fortuna y al mismo tiempo una fujitiva. Soy perfecta y al mismo tiempo soy imperfecta. 

¿Quién me entiende? Ni siquiera yo misma lo hago. Soy toda una paradoja.

Entro a la tina con dificultad. Pongo un pie dentro y dejo el enyesado fuera. Abro la llave. Ya sabía que en los moteles no hay calefacción, pero el agua fría no me molesta.

Solo dejo que el agua me rocíe. Pienso en todo y pienso en nada. A veces creo que las duchas tienen algo mágico que me pone a reflexionar y al mismo tiempo me calma.

No sé cuanto tiempo estoy bajo el agua, pero recuerdo que la estoy desperdiciando al no usarla como es debido. Cierro la llave y recuerdo que no tengo toalla. Me quedo de pie en el mismo lugar por unos minutos esperando que el agua se seque.

No dormiré desnuda en un sofá de un motel. Me coloco el pantalón cómodo negro que compré y la camiseta de la Señora Watson. Uso la mochila como almohada y me recuesto en el mueble.

Antes de dormir hago una lista mental de las cosas que debo hacer mañana. Puedo ir en bus al otro extremo de la ciudad hasta llegar a la estación del tren. Si calculo bien, para el medio día ya estaré saliendo de Inglaterra.

Caigo dormida más rápido de lo que esperaba. Al parecer el día agitado me dejó exhausta.

Rara vez tengo sueños cuando duermo, hoy no es la excepción. Despierto sin alarmas y veo mi reloj. Estoy perdiendo la habilidad de despertar exactamente a la misma hora todos los días.

Necesitaré hacer unas compras antes de viajar. Me hace falta ropa interior, un cepillo de dientes y otras cosas de higiene personal que no pueden faltar. Iré a una tienda más tarde.

Una vez vestida, salgo de la habitación y entrego las llaves. No conozco los suburbios pero sé que si hay un motel debe haber una cafetería cerca.

Camino por la acera unos minutos hasta llegar a una cafetería. Me siento y pido lo más orgánico del menú. Cuando lo trae empiezo a comer y me siento como una persona normal.

Para todos soy solo una más en el montón que desayuna en una tranquila cafetería. Todo está calmado y mi interior se llena de paz mientras olfateo el olor a café recién hecho.

Hay un dicho que dice «todo lo bueno dura poco». Lo compruebo al dirigir mi vista al televisor de la esquina.

La noche anterior, alrededor de las once de la noche un altercado ocurrió en el Hospital de Greentown. Una joven alrededor de dieciocho años de edad golpeó a un hombre con una silla de ruedas hasta dejarlo gravemente herido. 

»Como pueden ver en el video de seguridad del hospital, ella es rubia, de un metro setenta y tiene un pie enyesado. Fue ingresada al hospital por un accidente de tránsito en un auto presumiblemente robado.

»Se considera que tiene una discapacidad mental y es un peligro para la sociedad. Si alguien ve algún indicio de ella se recomienda que lo reporten a las autoridades lo más pronto posible.

Esto es malo, muy malo. No solo tendré que huir de mis padres sino también de la policía.

En otras noticias, se ha reportado un joven desaparecido el día de ayer. Fue visto por última vez en el patio de su casa a las seis de la tarde... —no escucho más. Todo mi alrededor desaparece cuando veo la foto de Luke.

Esto es aún peor. Y tengo la sospecha de que mis padres están detrás de esto.

 Y tengo la sospecha de que mis padres están detrás de esto

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