Llegamos a un Audi negro y Ashton me abrió la puerta del copiloto.
Si me hubieran preguntado que carro consideraría para él, hubiera dicho que un Audi igual a este. No sé por qué, solo sé que va con su personalidad.
Rodeo el carro y se metió. Me sentía nerviosa, esto realmente parecía una cita. Aunque hubiera sido solo una salida improvisada. Ashton encendió el carro y prendió el aire.
— ¿Desayunaste? —me preguntó antes de arrancar. Tragué en seco y sólo atine a negar con la cabeza. Tenía mucha hambre— Yo tampoco, ¿Sabes de algún lugar bueno?
— Sí, todos los domingos voy con Marbe y Brad a La Choza Escondida, tienen unos wafles riquísimos —le dije emocionada. Él arrancó.
— ¿Por dónde está? —preguntó sin mirarme. Le di las indicaciones más o menos entendibles. No sirvo para recordar calles y solo le decía por dónde ir. Se veía lindo concentrado en manejar.
— ¡Aquí es! —le dije. Aparcó el carro en el estacionamiento vacío. Se bajó y me abrió la puerta. Era todo un caballero. Nos acercamos juntos a la hermosa casita de madera, escondida entre dos robles enormes. La vista era hermosa.
— ¿Es un restaurante? —preguntó Ashton confundido.
La primera vez yo también había preguntado eso.
— Sí, ven, entremos —lo tomé del antebrazo y lo jalé hasta llegar a la reja,
donde nos abrió un chico muy lindo que me reconoció.— Buenos días —nos dijimos al mismo tiempo y sonreímos. Solté el brazo de Ashton un poco apenada y abrí la puerta de madera blanca.
Ashton sonrío y pasamos. Siempre había amado la decoración del lugar. Varias mesitas de madera blanca esparcidas por el pequeño espacio, en las paredes habían cuadros de tonos rosa. Las paredes eran café claro, el piso blanco y como siempre, reluciente.
La gente que iba era casi siempre la misma por lo que les sonreí a la mayoría de la gente.
Nos sentamos en una mesa pegada a la pared. Ashton recorría el lugar con la mirada.
— ¡Que lindo lugar! —exclamó posando su intensa mirada en mis ojos— Es tan... Hogareño y cálido.
— Lo sé, es el mejor lugar que podrás encontrar para desayunar —le dije. La señora Adele se acercó a nosotros con una tierna sonrisa. Era la anciana más
dulce que conocía. Tenía ojos azules y una sonrisa hermosa. A pesar de sus 90 años estaba muy conservada y muy linda. Ella también era inglesa.— Leah, cariño —me saludó besando mis dos mejillas— que alegría me da verte.
— Igualmente —le respondí— él es mi amigo Ashton, lo traje para que conociera sus estupendos wafles.
— Ella dice que no hay lugar mejor que este y tiene razón, es hermoso, tiene usted un muy buen gusto y es encantadora —le dijo Ashton con una dulce sonrisa.
— Oh, gracias ángel. Soy Adele —besó sus mejillas que se veían tan suaves— un placer conocerte cariño, ¿Eres inglés?
— De hecho soy de Australia, pero pasé mi vida entera en Inglaterra así que, sí. —contestó orgulloso y la señora Adele asintió asombrada— ¿Usted también, cierto? Lo note por su acento.
— Por supuesto, —le sonrío cariñosa— eres un pequeño encanto ¿No es cierto, Lee?
— Eh... —me sonrojé. ¡Malditos cachetes!— sí.
— Claro... —ella lo notó todo y me sonrío cómplice— ¿Qué van a ordenar?
— Yo quiero wafles con huevos revueltos, y una de tus deliciosas malteadas de vainilla —le pedí cortés. Ella anotó en su pequeña libreta y miró a Ashton.
— Yo quiero lo mismo, por favor —ella anotó.
— Ahora mismo les traigo su desayuno —dijo y se marchó con una sonrisa.
— Es muy dulce —habló Ashton después de un incómodo minuto de silencio.
— Lo sé —eso fue lo único que salió de mi boca. Usualmente no me callo pero ahora no sabía que decir. Estaba nerviosa, mucho.
Mi celular vibró y lo saqué de mi bolsillo. Un mensaje de Marbella.
"¿Dónde estás, Lee? No estoy con Brad, me dejaste preocupada, ¿Está todo bien?"
Miré a Ashton antes de contestar, él me estaba mirando detenidamente.
"Estoy bien, vine a desayunar con Ashton, el tipo de parque, creo que estaré con él un rato más, no le digas nada a mi hermano, por favor"
— Aquí están sus malteadas —anunció Adele poniendo ambas copas en la mesa.
— Gracias —respondimos Ashton y yo al mismo tiempo. Adele se marchó y mi celular volvió a vibrar. Ashton saboreaba la malteada.
— ¡Es deliciosa! —exclamó con los ojos bien abiertos. Le sonreí con ternura y tome un sorbo de la mía. Abrí el nuevo mensaje que me mando Marbella.
"Oooh Dios, ¿Te pidió una cita? Qué emoción, me tienes que contar todos los detalles. ¿No te ha besado?"
Reí ante la tonta idea de Marbella. No era una cita. Y por supuesto, él no me besaría.
No le conteste el mensaje, sería grosero estar toda la cita, digo, salida con el celular en la mano. Suspiré y recargue mis codos en la mesa, entrelazando los dedos y recostando mi barbilla sobre ellos. Si esto era una cita, Ashton debería de estar poniendo toda la atención en una conversación conmigo, pero el parecía más concentrado en la malteada que en mí. Levanto la vista y me pescó mirando su cara despreocupadamente. Desde mi asiento, sus ojos se veían verdes por la luz.
— ¿En Londres, vives cerca del Big Ben? —pregunté de la nada. Siempre quise vivir cerca de allí.
— Sí, —tomó otro trago de malteada— como a tres cuadras, y desde el balcón se alcanza a ver. En las noches se ve genial.
— Me imagino —suspiré— debe ser maravilloso... —susurré para mí misma.
— Lo es. Oye... —saltó emocionado de su asiento dispuesto a decirme algo, pero enseguida se cayó— no, olvídalo.
— Ahora no podré olvidarlo —me quejé— dime, por favor.
— No, no —negó con la cabeza— es una tontería.
— Oh... —bajé mi mirada. Odiaba que me dejaran con la duda. Ahora no sería capaz de pensar en otra cosa que no fuera en lo que Ashton estaba por decir. ¿Y si él estaba tan confundido como yo por si eso era una cita? Bueno, eso no era muy probable.
— Oh, no hagas esa carita —me dijo sonriendo— eres demasiado tierna.
— Es la única cara que tengo —contesté con la cara roja. Lo podía sentir. Él se me quedo mirando un rato. Me sentía incomoda pero contenta. Me pase la lengua por los labios.
Adele llegó con dos platos y los puso en la mesa.
Oh, comida, por fin.— Espero que te gusten Ashton, —dijo Adele— Provecho.
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The Perfect Bucket List (Ashton Irwin)
Teen Fiction❝Es sorprendente lo ciego que fui, el tiempo que perdí pensando que lo inevitable jamás pasaría. Pero me equivoqué y ese fue el peor error de mi vida. Todo tiene solución, menos la muerte.❞