Tiene una llamada perdida.
Ashton.
03:06 am.
Tomé aire nerviosa. No me podía echar para atrás a esas alturas. Ni quería hacerlo. Dejé la carta que le había hecho a mi hermano para que no se asustara en la cama.
Sabía que haría un escándalo de todas maneras pero la carta ayudaba a que no me pusiera en la sección de desaparecidos o hiciera una búsqueda en todo el mundo.
Tome la pequeña maleta que había hecho y salí con mucho cuidado de la casa. Él me esperaba en su auto con una sonrisa que me hizo sonreír. No estaba haciendo nada malo, no es que me fuera a escapar para siempre.
Corrí y me metí a su auto rápido.
— Arranca —ordené en cuanto me subí. Él rió bajito y me obedeció.
— Hola Ashton, ¿Cómo estás esta madrugada? —dijo con voz aguda, tratando de hablar con mi acento— No te venía persiguiendo tu hermano, tranquila.
— Si, lo siento —viré los ojos. Él arrancó el auto— ¿A dónde crees que vayamos?
— No lo sé —se encogió de hombros y aparcó el auto a un lado de la calle. No habíamos avanzado ni tres cuadras de mi casa— ¿Sabes por dónde queda el aeropuerto?
— ¿No sabes llegar? —me burlé— Claro que se dónde queda. Muévete, yo manejo.
— Olvidas que llevo viviendo aquí solo unas semanas —se defendió— ¿Sabes manejar?
— ¡Claro que sé! —bueno, era una mentira piadosa. Solo había manejado una vez el auto de mi hermano y no me había ido tan mal. Él asintió desconfiado aún y cambiamos de asientos. Arranqué el auto y manejé lento por las calles, lo bueno era que no había nadie andando a quien pudiera atropellar o algo.
— Más rápido abuela, no hay nadie en la calle ¿Por qué vas tan lento?
— Porque así manejo yo y te callas —murmuré.
Seguí con mi paso lento pero seguro hasta el aeropuerto. Tardamos cuarenta minutos pero ¡hey! Llegamos sanos y salvos.
Ashton se bajó con mi maleta y la suya.
— Tú quédate sentada aquí y yo compro los boletos —me dijo. Yo lo miré desconfiada y asentí. Estaba tan nerviosa que las manos me sudaban a chorros. ¿A dónde nos mandaría el destino? Seguramente a África como dijo Ashton.
Sólo esperaba tener un poco de suerte esta vez y conseguir algún lugar decente.
Ashton se acercó a mí con dos boletos en la mano y con una sonrisa enorme. Supuse que había conseguido un buen lugar.
— ¿Para dónde son? —pregunté ansiosa en cuanto llegó. Él rió y me enseñó los boletos.
—Londres. —musitó despacio. Abrí la boca de la sorpresa, no podía decir nada. Me levanté y lo abrace más fuerte que nunca— Parece que tu suerte está cambiando.
— Oh, Ashton —sollocé en su cuello. Estaba llorando de la felicidad, era muy sentimental y me iría a Londres, desde pequeña soñé con estar ahí y aparte iría con él, claro que mi suerte estaba cambiando.
Ahora venía la parte donde él me besaba y me decía que me amaba. Pero no, se separó un poco de mí y me miro asustado.
— ¿Por qué lloras? —me preguntó preocupado. Yo quite mis brazos de su cuello y limpié mis lágrimas.
— Ir a Londres ha sido mi sueño desde siempre —admití. Él sonrío y me abrazo de nuevo.
— De haber sabido que te ibas a poner tan amorosa te hubiera comprado los boletos desde antes —dijo y nos soltamos.
Solté una risita nerviosa. ¿A qué se refería? Por mí lo abrazaría todos los días a todas horas.
(...)
Anunciaron el vuelo y fuimos a hacer todo lo que se hace, dejar las maletas y así. Yo todavía estaba perdida en mi nube de felicidad. No podía pedir más en ese momento. Ahora aparte tacharía "vivir en Londres" de mi lista.
Siempre pensé que esa era la que menos podría hacer y ahí estaba, subiendo a un avión directo a Londres con un chico de Londres que me volvía medio loca. Sabía que no tenía ninguna posibilidad de estar con Ashton pero de todos modos me seguiría gustando, porque es imposible no enamorarse de un chico como él.
Sí, me estaba enamorando. Un poco rápido por supuesto pero debí suponerlo desde que lo vi corriendo en el parque, desde que escuche su
hermoso acento, desde que habló conmigo y me demostró ser muy diferente a todos los demás. Debí suponerlo porque enamorarme de él era inevitable.
Y ahora que iríamos a su ciudad, donde estaba esa tonta Trisha que le gustaba a Ashton. Y seguro me la presentaría y me hablaría todos los días de lo hermosa y perfecta que es ella...— Llevas callada mucho tiempo —murmuró él poniendo una mano en mi brazo— ¿Tienes sueño?
— Sí, un poco —sonreí y me volteé a la ventana del avión otra vez.
Me había deprimido en menos de cinco minutos pensando en esa tonta de Trisha. Aparte, estaba completamente segura de que habría muchas amigas de Ashton así como yo, enamoradas de él. Y si en USA no tenía posibilidades, en Londres menos. Y estaba sola, además. ¿Con quién podría descargarme y platicar de Ashton? Marbella no era muy confiable en esos momentos. Si le hablara seguramente me regañaría y le diría a Liam, así que esperaría un tiempo para hablarle y contarle tranquilamente todo.
No supe ni cómo ni cuándo ni por qué pero quede dormida plácidamente en el hombro de Ashton, estaba tan cómoda y más cuando el recargo su cabeza en la mía. Era un amor.
— Lee, Leah, despierta, ya llegamos —susurró acariciando mi cabello. Abrí mis ojos lentamente y me incorporé en el asiento. La gente ya estaba bajando y éramos de los últimos ahí arriba.
— ¿Por qué no me despertaste antes? —me paré y trate de cepillar mi
desastroso cabello con mis manos. Él rió y se levantó también.— Tienes el sueño muy pesado. —se burló. Salimos del avión— Y hablas dormida, ¿Sabías?
— ¿Qué? —pregunté exaltada. Diablos ¡claro que sabía!— ¿Qué dije?
— Oh, muchas cosas —sonrío de lado y tomó mi maleta de la cinta.
— Estoy hablando en serio. ¿Qué dije? —me puse enfrente de él y me pare de puntitas tratando de verlo a los ojos. Él se movió para un lado tomo su maleta y me besó la mejilla. Gesto que me dejó muriendo por dentro de amor.
— Luego te digo, —contestó— olvida eso y disfruta la ciudad del amor.
— La ciudad del amor es Paris —corregí. Él me miro con esa sonrisa de autosuficiencia que me encantaba.
— Si yo digo que Londres es la ciudad del amor es porque lo es —se encogió de hombros— Paris se robó el término.
— Si tú lo dices —rodé mis ojos.
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The Perfect Bucket List (Ashton Irwin)
Teen Fiction❝Es sorprendente lo ciego que fui, el tiempo que perdí pensando que lo inevitable jamás pasaría. Pero me equivoqué y ese fue el peor error de mi vida. Todo tiene solución, menos la muerte.❞