Esa noche nos quedamos viendo películas, hasta la madrugada. Aunque la mayor parte del tiempo nos dedicáramos a platicar y a decir tonterías, fue la tarde más especial que había tenido en mucho tiempo.
Me encantaba estar con Ashton, me encantaba el hecho de estar en la ciudad donde siempre deseé estar, era una linda sensación.
No quería pensar en Brad todo el tiempo que estuviera aquí, sé que eso sonaba un poco egoísta pero no me importaba. Quería hacer lo que yo quería, no lo que él quisiera.
Le hice cena a Ashton, de nuevo sándwiches, al parecer le habían encantado, estuvo conmigo en la cocina mientras los hacía.
Me contó que su mamá era chef profesional y que siempre quiso enseñarle a cocinar pero él era muy pequeño para aprender.
Me encantaba que él se abriera y me contara ese tipo de cosas, él me había dicho que nunca hablaba de su mamá con nadie, que le dolía mucho recordarla, pero que a mí me tenía mucha confianza.
Decidimos apagar la televisión para ir a cenar en el balcón de la habitación de Ashton. Me había contado que se veía el Big Ben y sí, era una vista increíble, las luces lo iluminaban y yo simplemente no podía sentirme más feliz.
Apagamos todas las luces y nos quedamos sentados en el piso del balcón mirando hacia el Big Ben, a la luz de la luna, hablando de cosas profundas.
Me pidió que le hablara de mis padres y le conté todo de ellos. Para mí eran los mejores padres del mundo y ellos no se merecían lo que les pasó. No pude evitar llorar con sentimiento en el pecho de Ashton, recordando.
Él me acariciaba el cabello con ternura, dejando que soltara todo lo que tenía, que me desahogara.
Después le pedí a él que me contara acerca de sus padres, lo único que sabía era que su mamá había muerto y que no mantenía la mejor de las relaciones con su padre.
No creí que me fuera a confiar algo tan difícil para el tan rápido, pero suspiró con pesadez, se tronó los huesos de las manos y me miró a los ojos por unos segundos, qué hermosa mirada tiene.
— Vivía en una casa con mi mamá en la parte central de Londres, —comenzó— en realidad se suponía que mi padre vivía con nosotros pero casi nunca estaba. No recuerdo haberlo visto nunca rondando por ahí, más que en mi cumpleaños o en el de mi mamá, en navidad y en algunas fechas importantes. Llegaba en la muy tarde en la noche o a veces ni siquiera llegaba a dormir. Siempre tenía la misma excusa; el trabajo. Y yo siempre le creía, yo siempre me lo imaginé sentado en un escritorio de una elegante oficina, con miles de papeles y cosas así, lo admiraba, por trabajar tanto y por ser un hombre tan dedicado. No fue hasta los trece años cuando descubrí que tenía como veinte amantes, y que a ellas les daba más tiempo que a nosotros. Mi mamá era la esposa, la que iba con él a las fiestas y reuniones importantes, la que tenía su apellido y salía en las revistas, las otras lo tenían la mayor parte del tiempo, sólo conocí a una de ellas, la más importante creo
— ¿Cómo te enteraste de esa mujer? —le pregunté conmovida. Él miraba hacia delante con la expresión dura. Le haría bien hablar de todo eso, desahogarse con alguien.
— Él me llevo alguna vez a su trabajo, siempre me dejaba con su secretaria Lucia, era una joven como de veinte años, yo me quedaba con ella en la recepción mientras él hacía lo que tenía que hacer. Un día llegó esa mujer, era delgada y morena, muy hermosa y joven. Le pregunto a Lucia por él, ella la dejó pasar de mala gana, de lejos se notaba que no le caía nada bien. Se metió con mi padre y yo quería escuchar de lo que hablaban, me metí al baño que quedaba justamente al lado de la oficina de él, me paré en el lavamanos y escuche por el ducto del aire lo que estaban hablando
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The Perfect Bucket List (Ashton Irwin)
Teen Fiction❝Es sorprendente lo ciego que fui, el tiempo que perdí pensando que lo inevitable jamás pasaría. Pero me equivoqué y ese fue el peor error de mi vida. Todo tiene solución, menos la muerte.❞