Suavecito

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Guillermo Aponte estaba consciente de que la señorita Castillo se vería espectacular.
Pero, el saberlo, no atenuó la reacción de su corazón, el cual dio un salto de alegría dentro de su pecho al vislumbrarla.

Se dedicaron a simplemente mirarse, a perderse en el otro; en cada detalle, en cada curva y esquina...
No había mejor manera de perderse.

-- ¡Vaya! ¡Memito! Se ve muy guapo.

Los chicos parpadean varias veces, regresando a la realidad.
Ríen apenados; Memo se soba el cuello y Ele juega con su pulsera.

-- Muchas gracias, Lolita, qué amable.

Dolores sonríe--. Igualito a mi esposo, le digo --abre el candado--. Me la cuida mucho, por favor.

-- Claro que sí.

La ama de casa ve a su niña saludar, con un beso inocente en la mejilla, al muchacho.
Dio gracias al Dios en el que creía y vuelve al interior de su hogar.

-- Al final sí encontraste tu camisa azul --Ele le acaricia su casi desapercibida barba--. Se te ve bien.

-- ¿Sí? ¿Me veo... más maduro? --con sus dotes de actor logra que su voz suene profunda.

-- Para, Memo.

-- ¿Qué? ¿No te gusta mi voz así? --sigue con el mismo tono.

-- Sí, sí me gusta, y ese es el problema --Aponte se ríe y quiso seguir con el juego, pero Ele se adelanta, metiéndose al carro.

Fue la única forma de poder ir al baile de una vez por todas.

Este sería al aire libre, y el comité se encargó de decorar todo y que se viera bien.
Ya había muchas personas ahí, por lo que al llegar, tuvieron que buscar una mesa donde establecerse.

Mientras, el chico aprovechaba para echarle un vistazo a todo. Encontró todo excelente y sintió orgullo (por milésima vez en el día) porque Ele formó parte de eso.

-- ¡Wooo, mira! Sí que se lucieron eh --Memo le pellizca una mejilla a la chaparra.

-- ¡ELEEE! --se escucha un grito femenino. La pareja mira allá y Paulina les hace señas para que se acercaran a su mesa--. Ya sé, ya sé. Soy la mejor por apartarles lugar, tórtolos.

-- Gracias, Pau --la pelinegra le da un gran abrazo a su mejor amiga.

Tomaron asiento y Paulina les presenta a su acompañante Raúl, un chico castaño y de ojos claros, y también les cuenta la forma en la que se conocieron y ocurrió el 'flechazo'.

-- Sí, sí, y yo dije: ¡eres dinamita, nena! --agrega el nuevo, con mucha emoción.

El novedoso dúo entabla otra conversación diferente, olvidándose del par con el que compartían charla.
Melemo, aguantando la risa, agachan y acercan sus cabezas un poco.

-- ¿No crees que se parece a...?

-- ¿... Félix el reparador?

No pudieron contenerse más y rieron ahogadamente.

-- Bueno, es un buen goals de Disney, ¿no?

Mi chico ideal (Memo Aponte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora