¿Qué es mejor?

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¿No les sucede que por fin llega un día, EL día que ansiaron tanto y no pueden dejar de sonreír? Es increíble.
Eso sí, debía esperar hasta las siete de la tarde, y los segundos parecían pasar como horas... horas eternísimas.

-- Ya mija, cálmate --ordena mi abuela poniendo una mano encima de mi pierna, ya que estaba tan ansiosa que la movía arriba-abajo.

-- ¿¡Ay, por qué pasa el tiempo tan leeento!?

-- Te recuerdo que apenas son las 3, si sigues así, llegarás con arrugas y malhumorada.

Bufé. Ella tenía razón, pero no me creía capaz de estar tranquila sabiendo que pronto le vería, le abrazaría...

-- ¿Por qué no ves una peli o algo? Dices que van a competir con algo así, ¿no?

Sonreí de lado--. Sí...

-- Me prometiste que ganarías, deberías prepararte.

Esas palabras fueron suficientes para animarme a ver un clásico de Disney: Alicia en el País de las Maravillas. Además de que era la favorita de Memo.
Invité a mi abuela, por supuesto, quien aceptó enseguida.

Cuando llegó a su final, decidí colocar una segunda película; yo sabía que aún faltaba mucho. Esta vez fue turno de Zootopia.

Sentí la gloria al ver la hora: seis de la tarde.

-- Bien abue, termina tú, que yo ya tengo que ir tomando transporte --avisé rápido, tomando mi bolsa.

-- Si tuvieras esas mismas ganas de ir a la escuela, otra historia sería... --musita ella y yo me río. La amaba.

-- ¡Adiós!

Con pasos largos (tanto como me lo permitían mis piernas) me dirijo al exterior. Tardé un poco, pero conseguí un taxi que, en poco más de media hora, me llevó al lugar donde nos encontraríamos Memo y yo.

Estaba emocionada. Emocionadísima.

Al pagar y bajar del auto, no paraba de imaginar cómo se vendría vestido, cómo me saludaría, su timbre de voz... y, por supuesto, ver si era más alto que yo puesto que soy chaparra.

Miré a mis alrededores y mi corazón se detuvo completamente al localizar el carro de él.
Las piernas parecían querer fallarme, pero reuní fuerza para calmarme y caminar hacia allá.

Al estar justo al lado de la ventana del copiloto, pude ver a Memo viéndose por el retrovisor. Me reí (por nervios más que nada) y fue el momento en el que posó su vista en mí.

Mi pulso cardíaco ya estaba hecho un desastre.

Bajó la ventana.

-- ¡Hey, hola! --sonrió amable--. ¿Eres Eleonore?

-- ¡Sí! Hola --me tapé la boca con las manos. Quería gritar, y muy fuerte--. Dios santo...

Memo rio un poco. Creía que ya estaba acostumbrado a las reacciones fangirls.

-- Vamos, sube. Te invito --palmeó el asiento e inmediato reaccioné.

-- No me lo creo --susurré una vez estuve dentro. No podía quitarle los ojos de encima, era... fabuloso--. En serio, tanto tiempo de verte en vídeos que es hasta extraño esto --dije esto seguido de tocarle su cachete con mi índice.

Memo alzó sus manos, sin entender, con el ceño fruncido. Un gesto tan característico de él.

-- Y, entonces, ¿qué es mejor? --quiso saber. Yo todavía no dejaba de tocarle.

-- Esto, definitivo --respondí, ahora apretando su mejilla.

-- Bueno, ya basta de esto --se apartó un poco y yo reí.
Era súper raro ver sus movimientos reales y compararlos con los de los vídeos: eran idénticos.

Posterior a una selfie, pedida por mí, Memo encendió el auto para ir a la sede del Disney Challenge: nada más ni nada menos que la casa de él.

¿Nervios, dónde?



Mi chico ideal (Memo Aponte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora