Jóvenes, tontos y rotos

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Después de una buena jornada de trabajo, llegaba a mi casa entrada la noche.
Tenía la idea de que la chica de cabello negro estaba dentro (ya que recientemente ella se quedaba a dormir conmigo), pero el hecho de encontrar cerrada (con llave) la puerta, me desmintió.

Mientras dejaba mis cosas en su lugar, formulaba distintas hipótesis de dónde podría estar.

-- Ahhh, claro. Hoy es jueves, tiene ensayo.

Consulto la hora.
Faltaba media hora para que terminara su clase. Sin prestar atención al cansancio y sueño que cargaba encima, decido ir a su academia.

Antes de salir, voy a mi mesa de noche y tomo el gafete que me identificaba como "Novio de Ele♡".
Cuando recordaba la historia de esa identificación, siempre, sin falta, una sonrisa se posaba en mis labios.

(FLASHBACK)

-- Ya te lo dije, niño. Si no tienes tu tarjeta no puedes entrar --repitió la misma frase como toda buena contestadora.

Si no tienes tu tarjeta no puedes entrar, si no tienes tu tarjeta no puedes entrar, ¡¿qué rayos era esa escuela, un reclusorio!?

El guardia se cruza de brazos y yo lo imito.
Parecía una competencia del porte más amenazante, y seguro yo habría ganado, pero la mujer que venía a buscar hace aparición.

-- ¡Memo, hola! Qué sorpresa --dice del otro lado. Ahora se dirige a la señora que cuidaba una cooperativa--. Un agua chica, por favor.

Me expreso aliviado--. Ayyy, Ele, mi amor  --enfatizo lo último intencionadamente--. ¿Puedes decirle a... Juan Ramón, que me deje pasar?

Eleonore se acerca a nosotros, ya con su agua y maleta en mano.

-- ¿Cómo?

El mastodonte le cuenta el problema que se suscitaba: no importaba de quién se tratara, si no tenía una identificación de la academia, no se le daba el pase.

La pelinegra, pensativa unos segundos, asiente con la cabeza.

-- Okey, gracias Juan, yo me encargaré.

Me quedo perplejo.

-- Pe-pero...

-- Hoy salía temprano --toma mi mano y vamos juntos a la salida--. Gracias por visitarme, eres un amor.

El enojo que experimentaba hace rato se fue disipando poco a poco. Sólo me bastó su compañía y unos besos... ¿Qué? ¡Los merecía!

Al día siguiente, ella había ido a mi estudio para entregarme un papel pequeño rectangular.

-- Enmícalo --guiña un ojo y da media vuelta para irse.

Bajé mi vista al delicado papel y me tapo el rostro con una mano: era una tarjeta.
¡La maravillosa tarjeta!

(FIN DEL FLASHBACK)

Ahora iba con paso seguro y con el pecho al frente, presumiendo mi título. Juan Ramón, al detectarme a lo lejos, sonríe de lado.
Él ya se la sabía, hasta ya me había caído bien.

-- ¡Buenas tardes, Juan! --saludo con timbre jovial.

El hombre devuelve el saludo con gusto.
Qué bella es la vida.

Como ya me sabía el camino a la duela, no fue necesario mirar los letreros de indicaciones.

Al estar en mi destino, me muevo despacio, puesto que algunos alumnos se encontraban bailando.
Entre ellos mi princesa, enfrente de todos como siempre.

Ella me descubre y sonríe disimuladamente.

-- ¿Jóvenes, tontos y rotos? --cuestiono la canción cuando se acaba la coreografía y ella viene a abrazarme.

-- Es una buena canción --me da un piquito--. Sí, seguimos siendo jóvenes, tontos y rotos, pero seguimos teniendo amor para dar --canta un pedazo.

-- Sólo a mí, ¿verdad?

-- Sí, celosito.

Llaman a Eleonore, dado que una nueva coreo estaba por empezar. Ella va luego de apretarme la nariz con sus dedos.

Y como es de costumbre, me le quedo viendo como un total enamorado.
Amaba verla bailar, porque tenía algo especial en su forma de moverse que te transmitía muchas emociones.

Ah, y ganas de besarla hasta gastar mis labios. Bueno... eso me pasaba a mí, y esperaba que sólo a mí.

[...]

-- Y esas canciones... ¿estarán en el próximo festival? --pregunto mientras escribía unos mensajes.

Le había pedido de favor a Ele que manejara, puesto que me habían llegado unos mensajes importantes que precisaban de mi atención.

-- No, todavía falta mucho para el festival --se ríe un poco--. ¿Qué pasa con los "mensajes importantes"?

Me rasco el cuello--. Oh, se me olvidó mencionarlo... mañana saldré de viaje, al medio día.

-- ¡Qué bien!, ¿y adónde vas?

-- A los estudios de animación de Disney. Y neta, estoy que salto de la felicidad --digo con emoción.

Ella quita una mano del volante para revolverme el cabello--. Estoy muy orgullosa de ti. ¡Llegarás lejos, vaquero!

El peso que se hospedaba en mi interior desaparece. Sentí alivio y agradecí al cielo por el ángel que estaba a mi lado.

-- A veces quisiera abandonar mis estudios --suelta de pronto.

-- ¿Qué? ¡Claro que no!

-- No inventes, gracias a la maldita escuela no puedo acompañarte a los viajes.

Me enternece verle con las mejillas infladas. Para calmarla, agarro su mano y le dejo un beso en ella.

-- Pronto, tú y yo recorreremos el mundo.

Ella desvía la vista del camino un microsegundo, sus ojos brillaron.

-- ¿Me lo prometes?

-- Te lo prometo --sonrío y canto enseguida--. I can show you the world.

Eleonore sonríe también y juntos, cantamos A whole new world, volviendo el momento mágico.

Vaya, ella era magia.

Mi chico ideal (Memo Aponte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora