Capítulo 5: detrás de la puerta y una tarjeta.

1.2K 103 16
                                    


Había asistido a todas las clases de esa mañana en la universidad, pero no había prestado demasiada atención a las explicaciones de mis profesores, no podía apartar de mi mente todo lo que había pasado en tan pocos días.

En mitad de la última clase mi padre me llamó porque quería invitarme a almorzar con él. Cancelaron una reunión prevista para las cuatro de la tarde y tenía suficiente tiempo libre y quería pasarlo conmigo. Intenté negarme porque sabía que intentaría sonsacarme información de mi vida privada. Era plenamente consciente de que lo más normal era que un padre se preocupara por la vida de su hija, pero siempre había sido reservada con mis problemas y odiaba con todas mis fuerzas que me miraran con pena. Mi padre era conocedor de todo lo que había sufrido por la muerte de Daniel porque lo vivió en primera persona y no quería que intentara averiguar cómo me sentía con respecto a todo ese tema, pero sin duda lo que no sabía era como mirarle a la cara y disimular con toda la nueva información que manejaba. Finalmente acepté la invitación porque usó su mejor arma: el chantaje emocional, era todo un experto.

La clase terminó antes de la una de la tarde, habíamos quedado a las dos, insistí en quedar directamente en el restaurante, pero no quiso, me puso como excusa que prefería que lo recogiera para no tener que conducir, pero estaba convencida de que quería era que fuera a la empresa para enseñármela una vez más, estaba empeñado en conseguir que su trabajo me gustara y un día me ocupara de él, pero eso aunque mi padre no quisiera aceptarlo, no iba a pasar, al menos no estaba en mis planes futuros más próximos.

Tardaba en llegar allí unos cuarenta y cinco minutos, lo que le daba a mi padre un margen de más de media hora para su lavado de cerebro. Estuve tentada a irme a la biblioteca para hacer tiempo, pero de sólo pensarlo me dio una pereza terrible y preferí aguantar al pesado de mi padre, probablemente después me arrepentiría, pero no me apetecía nada andar más de diez minutos hasta la biblioteca cargando con el bolso de los libros y el ordenador portátil.

Aparqué al lado del coche de mi padre, pero antes me di una vuelta por los alrededores para comprobar si el coche mal camuflado de policías que debían protegerlo estaba allí, pero no lo vi, antes me habría sentido aliviada, pero sabiendo que su trabajo era asegurarse de que nada malo le pasara, me molestaba que no estuvieran. Habrán ido a comer, paranoica.

Solté un largo suspiro y bajé del coche, no sin antes concienciarme de que debía tener paciencia cuando mi padre comenzara a alardear de las ventajas de adquirir un negocio ya consolidado, y su frase favorita, "la historia también es arte y tu llevas el arte en tus venas por partida doble, Alejandra."

Eso mismo me dijo cuando en verano se me ocurrió la brillante idea de escribir un libro, no conseguí escribir más de dos capítulos, quizás debía plantearme escribirlo sobre mi vida, no estaba convencida de que fuera bueno, pero me daría para escribir por los menos diecinueve capítulos.

Llegué a su despacho y toqué a la puerta un par de veces, pero en ninguna ocasión recibí respuesta, abrí y mis sospechas se confirmaron, no estaba allí. Saqué mi móvil del bolsillo de mi pantalón y lo llamé, pero no respondió.

Decidí dar una vuelta por los almacenes, aunque dijera que no quería manejar su empresa, si que me gustaba admirar todo el arte que allí había. En el almacén Sur guardaba miles de obras y esculturas que ya se habían vendido, allí las preparaban para transportarlas, en el almacén Norte se almacenaban las obras que habían estado expuestas mucho tiempo y no habían sido compradas, el almacén Este estaba destinado a la llegada de nuevo material para crear marcos, esculturas, entre otras cosas. En total mi padre manejaba cinco almacenes. Encontrarle allí sería más complicado que buscar una aguja en un pajar, pero por suerte conocía a mi padre y sabía dónde le gustaba pasar la mayor parte de su jornada laboral.

Jugando con fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora