En cuestión de nada, Terry arribó a la casa de los Brighton. Y aunque de éste se informaron estaba en una reunión con sus abogados, aprovechando a esos, el joven —como Pedro por su casa— ingresó al despacho para enterarse de lo que se estaba haciendo o se requería para sacar a Candy de la prisión.
Al reporte, afirmando del buen comportamiento de la chica, Terry le agregaría más. Como, por ejemplo: el enfocarse cien por ciento a sus actividades ya que él había sido testigo de eso más de una vez. ¿La prueba? ¿Acaso cuando él la bromeó, Candy le prestó atención? ¡No! Ella tenía muy en claro cuál era su posición en ese hogar y la de los amigos de sus jóvenes patrones a pesar de que esos, o bueno, él, desde el día que la viera en aquella casa, le atrajo mucho, sobretodo enterarse de ese historial delictivo que había a alrededor de sí, una convicta confesa, es decir que sus felonías se le hubieron comprobado y por ella aceptado haberlas ejecutado sin ninguna presión más que su voluntad.
Por eso, su sentencia había quedado reducida a una pena condicional. Lo malo que, al registrarse una posible escapatoria, a la cárcel debía regresar. Entonces Terry preguntaría:
— ¿Dónde está Patricia, Aarón? Ella es la única que puede conseguir que Candy vuelva a salir.
— No es tan sencillo, joven Grandchester.
— ¿Por qué no? – respondió alterado ante la cuestión de un abogado. — Candy no cometió la estupidez de querer largarse. Fue la idiota de tu hija —, se miró al señor Brighton, — quien lo hizo y malintencionadamente. A ella deberían meterla, y no en una prisión sino a un manicomio. ¡Está completamente loca!
— No — alguien dijo. — Sólo está...
— ¿En su habitación? Porque juré, Aarón, llevarla a la fuerza si fuera necesario.
— Es que ese es el problema, Terry. Patty... no está. Desde anoche... no sé de su paradero, pero sí de que está con Alistar.
— ¡Ese idiota también! — exclamó el desesperado. Aunque por haber sido él, o sea, Alistar quien le informara de lo que hubo pasado con Candy una vez que Terry iba llegando a casa a lado de su hermana, a ésta la dejó, para ir en busca de alguien que le ayudara a ver a la mujer por la cual estaba interesado.
Guiado por ese ente, el joven Grandchester pudo pasar y estar agradablemente con la presidiaria. Y precisamente porque hubo sido un tiempo que no se cansaría de disfrutar...
— Está bien — dijo Terry en modo calmado. — Sólo voy a pedirte que me mantengas al tanto de todo con respecto a tu custodiada, Aarón.
— Así será, muchacho.
Empero éste, habiéndose despedido gentilmente de los ahí reunidos, en cuanto estuvo en una calle, se dispuso a tomar su celular para marcar un número.
. . .
En una pequeña barca, Alistar yacía sentado viendo a Patty semi recostada y jugando su mano con el agua fría de un lago.
Increíblemente la pareja estaba rodeada de montañas. Y en una de esas, bueno, exactamente en la punta de la más alta de ellas, el joven hombre iría a posar sus ojos. Posteriormente en un avión que, diminuto, aparecía en el azulado cielo.
De acuerdo al plan de escapatoria de Patty, uno de esos los dos debieron haber tomado para irse lo más lejos de ahí. Sin embargo, Alistar pudo convencerla de ir adonde estaban.
Él conocía esa parte del retirado lugar y nadie iba a molestarlos. Bueno, eso hubo dicho él, quien no negaba estar preocupado por la gravosa situación de Candy, mujercita que traía loco al que, por su lado, berrinche hacía por no ser aceptada su llamada y lo insultaba. No obstante, el insultado llevaba tiempo ideando cómo hacerlos regresar y sí, forzar a la novia a que fuera a retractarse. El problema era que apenas él decía algo y ella ya lo estaba callando o se hacía la loca contestándole algo que tenía nada que ver lo dicho. Así que, viendo las horas también pasar, Alistar estaba. Hasta que...
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Sentencia de amor
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO COMO SE ESTIPULA. Aun condenada a vivir atada, ella será librada gracias a los nobles sentimientos de quien cree en su inocencia.