Capítulo 6: Parte 2

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Una vez adentro la mujer de más edad, la de menor se dedicó a cerrar debido a la petición. Posteriormente se le invitó a ocupar asiento frente al escritorio, ocupando la señora Baker el sillón principal. Desde ahí se oiría:

— Buenos días.

— Buenos días, señora

— ¿Dormiste bien?

— Sí, claro — aunque no lo hicieran.

— Me da gusto. Candy... — la madre de Terry no perdería el tiempo; — no voy a negar la objeción que puse con respecto a ti y a tu situación, sobretodo al conocer que mi hijo está bastante interesado en ti.

— Le aseguro, señora...

Ésta le pidió guardara silencio para decirse:

— Él me contó un poco de cómo y dónde se conocieron.

De esto sabemos que hubo sido en casa de los Brighton y en lo que ella trabajaba.

— Tiene mi palabra que yo...

— Sí — la callaron nuevamente; — también sé que poco, para decir nada, le correspondiste; lo que hizo que mi hijo se prendiera de ti e hiciera lo que ha hecho: sacarte de la prisión y que se te pusiera nuevo custodio. En este caso, se trata de mi nueva pareja quien a su vez y a cambio le ha pedido a Terry... no te vea. Si comprendes que es lo mejor tanto para ti como para él, ¿verdad?

— Sí, por supuesto.

— Sin embargo... no creo que aquí vayas a estar bien.

— ¿Entonces sugiere...?

— Regresarte a la cárcel sería estarme echando eternamente de enemigo a mi hijo. Lo conozco bien, así que... voy a llevarte a otro lugar.

— Si sabe sobre mi jurisdicción, ¿cierto?

— Por supuesto; y por lo mismo te llevaré a mi casa.

— ¿Lo que significa...?

— Que te pediré a ti, porque sé que mi hijo no cumplirá... que no lo veas más. No, hasta que cumplas tu condena. ¿Podrás hacerlo y yo confiar en ti?

. . .

Lo propuesto por Ele Baker había salido mejor que su diseñado plan de escapatoria. Sí, en cuanto estuvieran de camino a la vivienda mencionada, Candy vería la manera de correr y no la desaprovecharía. Además, no llevando consigo el verdadero localizador iba a ser difícil que dieran con ella la cual sonriente caminaba hacia el bungaló para tomar sus escasas pertenencias; y asegurar antes: su "estadía" en la casa de los Brooks. Ese que un sistema siempre detectaría al dejarse ahí el dispositivo judicial.

Carcajeándose burlonamente, Candy salió de su improvisado dormitorio para ir al encuentro de la señora Baker, quien, en otra habitación, hablaba con Vince Brooks.

— ¿No crees que será arriesgado? — indagaba el todavía en pijamas secretario.

— Más lo será si la dejamos aquí.

— Pero Terry iría allá contigo.

— No, porque no se lo diremos. Ella me ha dado su palabra.

— Es una...

— Sí, sí; pero también ellos tienen ética.

— Que te acompañe entonces mi escolta.

— Se te hará tarde; y la oficina...

Sentencia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora