Capítulo VII: "Perspectiva"

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Sentí como los cálidos rayos del Sol golpeaban mi rostro, haciéndome despertar.

Abrí los ojos, y observé mis alrededores: estaba en una habitación con pisos de madera y muros de piedra, la mayoría de los muebles también eran de madera, excepto por algunos jarrones y floreros. La luz entraba por una pequeña ventana en lo alto de una pared, lo que me parecía muy extraño.

-*knock* *knock*

¿? - ¡Señor! Su hermano me ha enviado por usted, lo esperan en los muelles.

- ¿Mi hermano? -pensé.

- ¡Si! Un momento por favor.

Me senté sobre la cama, me destape de las cobijas que me cubrían y me levante en dirección a la puerta. Me hallaba vestido de una camisa corta de color blanco con un final levantado como una falda.

-Podere- Escuche en mi mente como si de un recuerdo se tratase.

Podere... A pesar de ser bastante cómoda, el hecho de que fuese muy corta y que no tuviese ropa interior debajo me incomodaba, así que comencé a buscar algo más que poder vestir.

Después de buscar durante un rato, hallé un objeto similar a una capa, que se unía en mi cuello y se extendía hasta debajo de mis rodillas...Clamide. Como una extraña coincidencia, este era de un color negro azabache, como la vestimenta que normalmente uso.

Me dirigí hacia la puerta, ya vestido completamente, volteé a ver la habitación de nuevo... Me asombraba todo en ella, y al verla antes de salir, me pude hacer una idea de lo que me esperaba allá fuera.

Salí y, completamente maravillada, observe la gran urbe que se alzaba frente a mis ojos: edificios de piedra, grandes mercados y tiendas, enormes templos... Miles de personas recorriendo las calles de aquella ciudad; niños, hombres, mujeres, animales... Y, al fondo, un hermoso cielo acompañado de una preciosa vista al vasto mar. La gente vestía distintas túnicas acompañadas de diversos adornos de oro y piedras preciosas y así, supe dónde estaba...

La Antigua Grecia.

¿?- Señor, tenemos que dirigirnos al puerto de la ciudad ahora mismo. Antes que nada, mi nombre es Anaxagoras, y trabajo para su hermano. Él nos espera.

Estaba frente a mí, observándome de pies a cabeza con una mirada seria y determinada. Portaba una armadura de guerra, pero no llevaba su casco; portaba una espada envainada a su lado derecho. Tenía la piel clara, acompañada de unos ojos color dorado, y un cabello negro desordenado.

-Oh, mucho gusto. Mi nombre es...

Osiris... No, no en esta época... Mi nombre es... Ph...

-Mi nombre es Photios.

Anaxagoras- Photios ¿eh? Bueno señor, sígame por favor, vamos un poco tarde.
-Esta bien.

Estabamos en un conjunto de habitaciones situado en un punto alto de la ciudad, por lo que comenzamos a descender hacía el puerto.

Con cada paso que daba, me quedaba maravilla con todo aquello a mi alrededor: las casas de piedra, las enormes multitudes, las excentridades de aquella época. El olor a mar, e incluso los ruidos como el caminar de las personas o el silbido del viento me hacían sentir mil y una emociones.

-Disculpe, Anaxagoras.

An- Por favor, solo dime An. Comprendo que mi nombre puede ser un poco largo.

-Bueno, An. ¿Podrías decirme el nombre de esta ciudad? Habré dormido mal, y por ello se me ha olvidado.

An- Claro, señor Photios. Estamos en la ciudad de Heraclion, puerto de la gran metrópoli de Cnosos. Pero no se preocupe, nuestra estancia en esta ciudad es solo una escala, pronto partiremos hacia el norte, con dirección a Athenas.

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