XLIII: Fuego

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Antes me describía a mí misma como a una hoguera apagada y vacía,
En mi soledad y en mi alma me perdía,
Y pensaba seguir así día a día.

Entonces te me acercaste, como se le acerca a un gatito atemorizado,
Con sigilo y calma, buscando tranquilizar mi alma.

Eras la yesca que necesitaba para encender la chispa que hay en mí.

Lo entendí con el tiempo, pero hubiera deseado más,
Más de lo que quizás, podrías haberme dado jamás.

No quería sentirme viva a tu lado,
Quería confiar y dejarme quemar en el fuego que fácilmente hubiésemos podido crear sin ningún desagrado.

Quería pisotear al carbón, y demostrarle que, él único que podía encenderme, eras tú.

Quería dejarme sentir la calidez de tu espalda y tus dedos,
Pero, lamentablemente la confianza es cosa de dos.

Quería que fuéramos fuego,
Que fuéramos más que una chispa que se creó a partir de una hoguera y un encendedor,
Deseaba que lo de nosotros se convirtiera en un sentimiento nuevo;

Que se convirtiera en fuego.

Pero lamentablemente, nada de eso está sucediendo,
Así que si vas a volver, apúrate, porque la chispa que encendiste;

Se está extinguiendo.

Palabras al VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora