XVIII: Café

60 6 0
                                    

Al ver tus ojos, después de tanto tiempo lo entendí, hay café en tu mirada, éso explica el que me quites el sueño.

Te volviste cafeína, me haces sentir mejor cuando puedo tenerte, pero cuando no te tengo, sólo hay desgana y ansiedad por volver a verte.

Me haces necesitarte, incluso me he obsesionado con tu olor, dejas calidez en mi interior, y en mi boca un amargo dulzor; y me pregunto: "¿Ésto es alguna clase de amor?"

Al igual que el líquido al cual me declaro en adicción, tienes la capacidad de cambiar y éso me genera confusión.

Así como eres calidez, puedes ser fría, y éso no es agradable para todos querida mía. Así como eres claridad, puedes ser oscuridad.

A veces, eres tan dulce, y otras veces puedes volver hasta al más dulce amargado; puedes llegar a ser tan amarga como el café más fuerte y cargado, pero, ¿qué más da? Así me haz conquistado.

Te necesito para vigorizarme cada mañana, incluso cuando es fin de semana; me das energías, sin ti se siente como si parte de mi alma estuviera incompleta y vacía. Y sin ti... En realidad no sé qué haría.

Eres café, ahora entiendo por qué te necesito a todas horas, sencillamente cuando quiero verte, siento que el tiempo se demora.

Te volviste algo de vital importancia para mí, por el simple hecho del color café en tus ojos, siempre fue mi obsesión, ahora también lo eres tú.

Palabras al VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora