Desde que nos conocemos, Archer parece experto en volverme loca de mil maneras diferentes, pero debo admitir que esta es la más placentera de todas ellas. Y la más peligrosa para mí también porque cada vez me cuesta más mantenerlo lejos. Sin embargo, esta noche no lo detendré. Y no tiene nada que ver con el alcohol que le he metido al cuerpo, sino porque he estado deseándolo desde que lo rechacé esta mañana.
A pesar de lo divertida que ha sido la tarde, no he podido dejar de pensar en él y en su boca, que me hace suspirar cada vez que me besa. O cada vez que la tuerce en ese gesto presuntuoso que tanto me fascina, aunque me enfurezca en igual medida. Ni he podido dejar de pensar en su cuerpo, que atrae al mío como si de un imán se tratase. No puedo estar cerca de él sin que desee lanzarme a sus brazos. Pero me hice una promesa que no quiero romper. No puedo hacerlo, aunque Archer me lo esté poniendo difícil.
Sin embargo, ahora mismo no soy capaz de pensar con lucidez porque sus labios encienden mi piel allí donde la tocan y una de sus manos, la que no usa para impedir que lo toque yo a él, se desliza bajo mi vestido en busca de mi centro de placer. Mis bragas son un desastre húmedo cuando las alcanza, aunque creo que ya lo eran en cuanto lo vi entrar en el baño.
-No puedes negarlo -murmura, sin dejar de torturarme con sus besos. Y aunque soy de las que no se callan por nada, esta vez no protestaré. Prefiero disfrutar del sexo y arrepentirme después. Cuestión de prioridades, supongo.
-Cállate y dame mi orgasmo -digo, intentando liberar mis manos una vez más para acariciarlo, pero es imposible. Archer me tiene bien sujeta y es más fuerte que yo.
-Con calma, fiera. Tenemos tiempo -responde, aunque ambos sabemos que tiempo es justo lo que nos falta. Es imposible ignorar los golpes en la puerta, incluso en medio de la pasión que hemos despertado.
Me retuerzo, en un nuevo intento por liberarme, pero pasa una pierna entre las mías y la alza hasta dejarme totalmente expuesta a su mano, que me acaricia hábilmente y me arranca un gemido largo y profundo. Mis ojos se cierran y tiemblo de pies a cabeza.
-Eso es -su voz ronca me lleva a otro nivel y siento el orgasmo crecer en mi interior-. Dámelo todo, Chris.
-Archer -se traga mi grito con su boca, cuando el orgasmo me alcanza.
Me mantiene atrapada con su cuerpo mientras se coloca el preservativo y luego se empuja dentro de mí con ganas. Sus movimientos son torpes al inicio, tan desesperado está por poseerme, pero cuando me libera, hayamos juntos el ritmo perfecto para llegar a la cima a la par. Mis piernas tiemblan incontroladamente después del nuevo orgasmo y apenas consigo sostenerme en pie. Por suerte, Archer me aprisiona entre la pared y su cuerpo agotado, hasta que ambos recuperamos el aliento.
-¿Por qué discutimos siempre? -lanza su pregunta contra mi cuello y yo asiento, pues lo entiendo perfectamente-. No es lo que busco. No es lo que quiero, porque al final te doy una imagen equivocada de mí.
Nuevos golpes en la puerta nos obligan a movernos. Recoloco mi ropa mientras Archer se deshace de las pruebas, aunque creo que nuestros rostros lo dicen todo. Claro que el hecho de que esté en el baño de mujeres conmigo ya es suficiente motivo para adivinar lo que ha pasado.
-Todavía tenemos que hablar -me detiene, cuando me dispongo a salir, sujetándome por un brazo.
-No aquí. Ni tampoco ahora -le digo, pensando en ello-. Mañana es mi día libre, pásate por casa a mediodía. Podrás decirme todo lo que quieras mientras comemos juntos.
Aunque estar a solas no es buena idea, tengo la sensación de que vernos en un lugar público no nos permitirá hablar con tanta libertad. O a él, porque yo no estoy dispuesta a darle más de lo que ya tiene de mí. Él es quien necesita hablar, yo solo escucharé.
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Christine (Saga SEAL 3)
ActionArcher Black acaba de perder a su mejor amigo y se siente culpable por no haber podido sacarlo del edificio en llamas que se lo tragó. Mientras ahoga su culpa en alcohol, conoce a una atrevida, imprevisible y desesperante mujer que lo vuelve loco c...