Sentir sus manos sobre mi cuerpo es como alcanzar el cielo, pero moriría mil veces, solo por sentir cómo su boca se mete entre mis piernas y desata el infierno. Ni siquiera el polvo rápido contra la puerta de la entrada, ha adormilado mi libido, sino más bien la ha enardecido. Y es por eso que ahora me retuerzo en la cama, mientras Archer hace estragos en mi cuerpo con su lengua y sus dedos. Ni siquiera puedo tocarlo porque ha decidido atar mis manos a la cabecera.
-¿Usando tus técnicas de tortura SEAL conmigo? -bromeé cuando vi lo que se proponía, pero en verdad es una tortura. Tan deliciosa como frustrante. Y aunque en su momento me pareció excitante, ahora solo quiero que me suelte para poder recorrerlo entero con mis manos hasta dejar mi marca en él.
En cambio, es una de sus manos la que viaja hasta mi trasero para elevar mi pelvis y, aunque me tiemblan las piernas, le ayudo como puedo. Merece la pena un poco de incomodidad, porque ahora su boca llega mucho más lejos y siento cómo el orgasmo va creciendo en mi interior. Un gemido escapa de mi boca y sujeto con fuerza la tela que sostiene mis manos cuando sus dedos me penetran. El cabecero cruje, pero no me importa. Solo puedo concentrarme en lo que está ocurriendo en mi mismo centro del placer.
-No aguantaré mucho más -no sé si le estoy pidiendo que aumente la velocidad para terminar ya o que la rebaje para seguir un poco más, pero la frase termina con un gruñido que hace que todo mi cuerpo se convulsione. El orgasmo me ha alcanzado con fuerza y sin esperarlo todavía. Apenas consigo respirar con normalidad y aún no sé cómo ha podido pasar-. Oh, dios.
-Aquí Dios no tiene nada que hacer -responde Archer con voz ronca, colocándose sobre mí-. Estos somos tú y yo haciendo magia, peque.
Ni siquiera me molesta que me llame así ahora, porque es como me siento al tenerlo encima. Pequeña, pero poderosa. Y es algo que me encanta. Siento como si hoy me estuviese reencontrando con la Christine que solía ser antes de lo sucedido en California. Archer me está trayendo de regreso.
-Libérame -le ruego. Mis manos arden por tocarlo.
-No -su sonrisa provoca que las mariposas revoloteen en mi estómago.
-Archer -empiezo a protestar porque necesito que lo haga-, no me...
Entonces me penetra muy lentamente y mi voz se apaga, cuando miles de sensaciones se agolpan en mi interior. Entre nosotros todo ha sido siempre ardiente y loco, pero ahora se lo está tomando con calma y me está matando. No porque necesite más fuerza, sino porque está despertando sentimientos que hace tiempo me negué a tener.
-Archer -de nuevo, no sé si ruego porque se detenga o pido que continúe. O si simplemente necesito que sepa cuánto me está provocando con sus movimientos, aunque no me salen las palabras.
-Siénteme, Chris -susurra en mi oreja, antes de besar mi cuello-. Solo siénteme.
Y lo hago. Más allá del sexo, más allá del deseo. Siento su necesidad de mí, pero también su miedo a perderme. Siento cuánto significo y cuán importante me he vuelto para él. Siento su amor incondicional y me derrito. Archer es todo lo que he estado buscando en un hombre sin saberlo. Es fuerza, pero también ternura. Es pasión, pero también tranquilidad. Es locura, pero también estabilidad. Es absorbente, pero me da la libertad que necesito. Lo es todo.
-Te amo, Archer -grito cuando alcanzo un nuevo orgasmo. No sé si quería decirlo realmente o se me escapó, pero ahora que lo ha escuchado, no me arrepiento. Es la verdad.
Noto cómo llega al clímax después de mis palabras y por unos segundos, ninguno dice nada. Tampoco se mueve, aunque sabe que me está aplastando con su peso. Yo no voy a protestar por eso, así me deje sin aire. Moriría feliz de haber encontrado un hombre como él para amar.
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Christine (Saga SEAL 3)
AcciónArcher Black acaba de perder a su mejor amigo y se siente culpable por no haber podido sacarlo del edificio en llamas que se lo tragó. Mientras ahoga su culpa en alcohol, conoce a una atrevida, imprevisible y desesperante mujer que lo vuelve loco c...