No pienso volver a salir de fiesta con mi hermano y sus compañeros. Para quedarme sola después de unas horas, mejor ya me voy por mi cuenta desde el principio. Y no me importa que Harper y Cornell sigan aquí conmigo, porque ella apenas habla y él no deja de mirarla disimuladamente. Me siento una sujetavelas aunque estos dos ni siquiera estén juntos. Que lo estarán cuando él se lance de una vez; si es que se lanza. No sé cómo nadie más ve que a Cornell le mola su compañera de equipo. O son tontos o se lo hacen. O están muy ocupados ligando como ahora mismo.
-Tengo que buscar con quien entretenerme -digo observando a todos los hombres del local. Desde luego, no pienso quedarme con estos dos más tiempo. Igual si los dejo solos, se animan a mirarse a los ojos y descubren que formarían un bonita pareja. Al menos a mí me lo parecen.
-Hola, preciosa -un hombre alto y fuerte, con una sonrisa que quita el hipo, acaba de arrimarse a la barra junto a mí-. Te invito a tomar una copa. Y mientras, podemos conocernos mejor.
-No le diré que no a una copa -le devuelvo la sonrisa, pero me guardo el aceptar algo más de él por ahora. Tan perfecto parece, que seguro que tiene alguna pega. Y seguro que se la encuentro más pronto que tarde. Siempre es lo mismo, al menos conmigo. Parece que solo atraigo a los tipos malos.
El hombretón llama al camarero con una mano alzada, mientras y me recreo con las vistas, y este se acerca al momento. Tampoco está mal el muchacho, aunque el anillo en el dedo me dice que con él mejor no meterse. Me encantan los hombres a los que no les importa proclamar su estado civil, sobre todo cuando no están disponibles ya.
-¿Qué te pongo, guapa? -me pregunta.
-Si yo te contara lo que me pones -le guiño un ojo y su sonrisa se amplía. No me meteré, pero un poco de coqueteo no daña a nadie si se queda en eso. Además, quiero ver la reacción de mi acompañante porque eso dice mucho de un hombre.
-Mi mujer me lo dice a todas horas -responde, todavía sonriendo.
-Una mujer con suerte -añado.
-Yo soy el afortunado -escucho un bufido a mi lado y eso me provoca. ¿No le gusta la conversación? Pues tendrá doble ración.
-¿A que lo adivino? Lleváis poco tiempo casados -sigo hablando con el camarero e ignorando al otro.
-Tres años -asiente.
-Que ternurita -le aprieto el carrillo y él ríe- ¿Sabes? A mí me encantaría ir por el buen camino como tú, pero me oriento de pena.
-Ya llegarás algún día.
-Por ahora no me preocupa -me encojo de hombros -. Me dedicaré a dar unas cuantas vueltas más, que también es divertido.
-Eso seguro.
-Ponme una cerveza -y el otro nos interrumpe. Ya estaba tardando.
-Tequila para mí -le digo, dando por finalizada la charla.
-Así que estás soltera -empieza su asalto y me giro hacia él para hablarle.
-Pretendo ser la tía guapa y borracha de la familia -le digo.
-Tal vez -se acerca un poco más a mí- es que no has encontrado al hombre adecuado todavía.
-Será eso -lo miro a los ojos para que sepa que lo siguiente va por él-. Tendré que seguir buscando.
-Me llamo Sam -extiende su mano hacia mí, cambiando de tema estratégicamente.
-Christine -y como sé que querrá besar mi mano, pues parece de esos, soy yo la que besa la suya, dejándolo totalmente bloqueado. A ver con qué sales ahora, bonito.
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Christine (Saga SEAL 3)
AcciónArcher Black acaba de perder a su mejor amigo y se siente culpable por no haber podido sacarlo del edificio en llamas que se lo tragó. Mientras ahoga su culpa en alcohol, conoce a una atrevida, imprevisible y desesperante mujer que lo vuelve loco c...