Capítulo 3

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¿Es que nunca aprendo? Todos los hombres son iguales. No debí pensar que este sería diferente solo porque me ponen sus bíceps y babeo por su cara de tipo duro. Joder, que el muy cabrón tiene mujer y casi me folla en la cocina del bar. Vale, yo lo incité, pero él debería haber dicho que no. Ya no respetan nada. Ni a nadie. 

Y decir que me daba pena verlo siempre hundido en la miseria y que pretendía ayudarle. Tal vez mis métodos no fuesen del todo ortodoxos y puede que hubiese pensado también en mi propia satisfacción, pero está demostrado que el sexo mejora el estado de ánimo. Habría hecho de él un hombre feliz. Al menos, lo habría intentado.

Ahora ya no importa porque seré muchas cosas, pero no una rompe familias, así que ese hombre se ha acabado para mí. Ya puede venir como su madre lo trajo al mundo a verme, que ni así conseguirá algo de mí. Bueno, tal vez una mirada rápida porque una no es de piedra, pero luego lo echo a patadas.

-Christine -me llama mi jefa.

-Aquí -llevo media hora limpiando los espejos del baño. Están relucientes, pero es que no me apetece salir fuera porque al primero que me diga algo que no me guste, lo muerdo. Y no en el mejor de los sentidos.

-Han llegado varios clientes. Te necesito aquí.

-Mierda.

Recojo todo y salgo del baño, cruzando los dedos para que esos clientes sean buenos y beban rápido porque ya casi es hora de cerrar. Y no estoy de humor para soportar a nadie más.

-Ey, pequeña. Como tú por aquí.

-Hola, cariño -le dedico una sonrisa a Simmons e ignoro lo que ha dicho mi hermano, solo por fastidiarlo. Sé cuánto le jode que haga eso- ¿Cómo está esa bella mujer tuya?

-Todavía no están casados -me recuerda mi hermano, haciéndose notar.

-Tú te callas -le digo. Luego me dirijo a todos en general- ¿Qué os pongo, chicos? Aparte de cachondos, claro.

-Calla -me interrumpe Biff-. Tú de eso no puedes hablar delante de mí.

-A mi hermanito le da asco que su hermana sepa de sexo -me burlo de él, poniendo una voz tonta-. Pobrecito hermanito.

-Quita -aparta mi mano de su cara cuando intento apretarle un carrillo.

Esto es justo lo que necesitaba para olvidar al capullo ese de músculos de hierro, reírme con mi hermano. O mejor todavía, de él. Acaban de alegrarme la noche.

-Me encanta venir al Groovie's -ríe Loman.

Simmons siempre me ha caído bien, pero Loman tiene un algo que me enamora. Igual es esa barba que lo hace parecer el chico malo. Dios, creo que tengo un serio problema con eso. Me gustan demasiado los chicos que se ven duros, incluso sabiendo que dan más problemas. Por algo me juré no volver a caer con ninguno de ellos. Y para colmo, hoy casi lo hago. Pero es que el tío ese me pone. Mucho. Y no puedo evitarlo. Aunque ahora que sé que está casado, es intocable para mí.

-Ya sé que es por mí, amorcito -acaricio la mejilla de Loman y le guiño un ojo-, pero mi hermano me ha prohibido acercarme a vosotros así que... no, espera. ¿Desde cuándo le hago yo caso a mi hermano?

Me siento en su regazo y le hago una carantoña. Él se ríe y mi hermano me lanza una mirada de advertencia que decido ignorar. Qué bien sienta esto. Si fuese una buena hermana se lo agradecería; pero como no lo soy, simplemente disfrutaré del momento.

-Tráenos cerveza, Chris -dice Biff-. Ese es tu trabajo aquí, ¿no?

-Claro, lo otro lo haría por placer -le respondo, antes de guiñarle un ojo a Loman de nuevo y levantarme para ir a por sus bebidas. Escucho risas detrás de mí y sé que ninguna es de mi hermano. Es tan fácil de molestar, que casi me da pena. Casi.

Christine (Saga SEAL 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora