CAPITULO 28 Elena

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Quisiera tener la certeza de que las cosas que Isa me muestra sólo son producto de uno de los tantos sueños locos que he tenido, pero estos son tan claros que no me queda la menor duda de que se trata de la vida que ella llevó al estar viva.

A veces me dejo llevar por ellos como si fuese parte de su historia, a veces me limito a ser una simple espectadora, un fantasma entrometido que observa cómo se desarrollan las cosas.

Sé que Isa intenta decirme algo con cada visión, pero el hecho de mostrarme al hombre que le hizo tanto daño me revuelve el estómago, pone mis sentidos de defensa y busco la salida rápida de lo que la está atormentado y por ende, a mí. Porque de alguna manera Isa y yo estamos conectadas de una forma cósmica —su dolor es mi dolor y su agonía, me hiere de la misma forma que a ella, como si pudiese sentir el puñal clavándose en mí una y otra vez.

—Él viene... —escucho esa familiar voz femenina que me habla todo el tiempo en cales, habla de forma tenue. Miro a mi alrededor. Estoy en mi habitación sólo que esta parece diferente. Las corrientes de aire que entran mueven mi cabello de lado a lado sin interrupción. Hay una tenue neblina que no me permite ver con claridad y todo parece estar en la oscuridad—.­ Él viene...

La voz de Isa llega del pasillo. De inmediato salgo, parece que toda la casa está en las mismas condiciones; poca iluminación, visión borrosa y mucho aire que viene, vete tú a saber de dónde.

Decidida a encontrarla, porque sé que ha de mostrarme algo que debo ver, camino por el pasillo en su búsqueda, concentrándome en su voz para guiarme entre la penumbra. «Él viene» vuelvo a escuchar, viene del cuarto de mis papás, el que ahora pertenece únicamente a Lestat Valeska. Abro la puerta y la observo de espaldas viendo hacia un ventanal que te da una vista preciosa del jardín, a lo lejos, el roble se alza por el centro de las maravillas que hicieron con ese pequeño pedazo de tierra. Sólo que en esta visión, la belleza del lugar ha sido consumida, la oscuridad reduce todo a la nada. El árbol luce seco, los jardines negros y los bosques que rodean la finca un mal relato de terror.

El cabello castaño de Isa se mueve con el aire. Lleva un vestido blanco que también sufre los estragos de este inexplicable clima interior. Se gira sobre sus talones para encararme y sus ojos verdes se posan en mí. Su rostro parece de marfil, blanco e inexpresivo, tan duro que fulgura pérdida con cada expresión.

—Él viene... —Su expresión de piedra se convierte en un gesto claro de dolor. Veo una daga atravesando su vientre y la mancha de sangre se corre sobre su vestido blanco a gran velocidad. Quiero acercarme para ayudarla pero se incorpora de golpe y vuelve a mirarme—. Él viene por ti...

—¡No, ya basta, no!

«Carajo».

El caos se desata y la habitación comienza a arder en un infierno de fuego. El calor de las llamas me rodea y la desesperación recorre mis extremidades. No puedo moverme. El fuego llega hasta Isa y su vestido se enciende de inmediato, tan rápido que puedo verla consumirse poco a poco. No puedo hacer nada, no puedo ayudarla. Permanezco como una espectadora más, viendo cómo mi hogar se reduce a la nada en minutos.

—¡Elena, despierta! —«¿Es Axel?»—. ¡Elena, despierta! Despierta antes de que la tierra comience a moverse, por favor...

Me incorporo de inmediato.

«¿Estaba teniendo una crisis?»

Los objetos se desparraman a mi alrededor de golpe. Los ojos verdes de mi hermano gemelo me estudian pero su cautela, como siempre, me hiere en lo más profundo del alma.

Odio que me tema.

Viene por mí, él viene por mí, viene por mí—repito las palabras de Isa en mi lengua madre, tan atropelladas y tan rápido que creo que ni yo me estoy entendiendo. Parece ser Isa hablando aún, controlando mi voz y mis manos temblorosas.

DRÁGONO. El sueño del dragón © ¡YA A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora