No he sabido nada de Draco en dos semanas.
Después de nuestra pelea me encerré en mi habitación, no quería saber nada de él, no quería que me dijera nada más. Estaba tan enfadada y me sentía tan traicionada que únicamente quise tomar la salida rápida. Quería esconderme y permanecer debajo de mis sábanas el mayor tiempo posible, lejos de esos ojos azules acusadores y distantes.
Draco no había venido a buscarme, no insistió más, me dejó ir con las palabras «!Vete a la mierda, bruja!» bien clavadas en mi pecho. Esas palabras que simbolizaban una daga arrojada al aire para dar a la perfección en mi ego.
El que sí vino fue mi hermano gemelo, no llamó a la puerta, se limito a entrar en mi habitación, encontrándome hecha un ovillo debajo de mi cobertor. No necesitaba sus letanías bien elaboradas en ese momento, lo que necesitaba más que nada era estar sola.
Se acercó a mi cama y sentí el colchón hundirse bajo su peso.
— ¿Por qué haces esto? —esa fue su pregunta, «¿en serio?» ¿Iba a ponerse de parte de Draco? Yo era su maldita hermana.
— Porque las cosas deben ser así —es lo único que puedo decirle antes de soltarme a llorar nuevamente.
— Lo amas —declaró—. Puede que estés cerrada a mi don pero eso no evita que me dé cuenta de cómo lo miras, de cómo se divierten juntos y de cómo es su conexión, es lo más fuerte que he sentido en toda mi vida. —Sus palabras estaban estampadas de tanta pasión que me hacían estremecer—. Y ahora, vas a perderlo, porque no has tenido las pelotas para afrontar que también lo amas, que quieres estar con él de la misma manera, pero que tienes miedo...
— Ya basta, Axel... —pedí—. Necesito estar sola —casi le imploré.
— Vas a perderlo y vas a arrepentirte por el resto de tus días, vas a arrepentirte por no haberte abierto a la única persona que estaría dispuesta a darte todo, ¡todo, Elena! Ese hombre te entregaría su corazón en un cofre si se lo pidieras.
— Quiero estar sola, por favor —le rogué.
Escuché cómo mi hermano dio un gran suspiro y luego se levantó de la cama para salir por la puerta. El cuarto se quedaba en tinieblas y yo me dejé arrastrar por ellas.
Desde entonces el tema de Draco no ha salido a colación. He seguido mi rutina normal sin detenerme a pedir explicaciones a Axel. Esclarecimientos como en dónde está Draco, o el porqué Axel no se fue con él, en caso de haber vuelto a Goll, o por qué no luchó por buscarme. No quería detenerme a pensar en lo último, eran sentimientos nuevos, en donde yo le daba importancia a lo que Draco hiciera o dejara de hacer. En lo que en verdad debía enfocarme era en recuperar mi vida. En volver a ser la Elena a la que no le importa un chico, la Elena que puede vivir feliz con sólo estar en la clínica, olvidándose del mundo exterior y enfocándose en lo que en verdad es buena, salvar vidas.
«Sabes que eso no va a durar, Elena. Ser médico es algo temporal...» La voz insistente de Isa no se callaba, no me daba tregua en ningún momento, y para ser sincera, no tenía la paciencia para tolerarla.
La ignoro pero ha calado hondo. Trato de pensar en que, de todas formas, habría tenido que dejarlo ir en un momento dado, porque la idea de ir a Goll jamás cruzó por mi cabeza. Ni siquiera sabía cuánto tiempo me quedaba en Lombar.
Después de William me juré jamás volver a flaquear por un hombre, jamás volver a cambiar mi destino por seguir los ideales de alguien más que no fuese yo misma. Lo sé, suena egoísta pero tal vez a eso te orillan cuando te das cuenta de que el amor es una simple palabra, es algo que si no es demostrado puede tornarse en basura, en un desperdicio para tu vida, puede incluso truncar tus sueños porque te conviertes en un esclavo, en un prisionero de tus propios deseos.

ESTÁS LEYENDO
DRÁGONO. El sueño del dragón © ¡YA A LA VENTA!
Storie d'amoreUn príncipe renegado. Una chica con alma de guerrera. Dos almas destinadas a estar juntas.