CAPITULO 51 Axel

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Me detengo frente a la puerta del despacho de papá, me paralizo porque no sé con exactitud qué es lo que debo decir, qué es lo que debo preguntar. He descubierto algunas cosas que me han dejado descolocado y necesito respuestas. Y todo apunta a que papá las tiene y que por algún motivo ha decido no hablar.

Se abre la puerta de golpe y yo pego un brinco en mi lugar.

Papá abre la puerta, apresurado, mas no parece querer salir de la casa, simplemente quiere ir a otro lugar.

— ¿Necesitabas algo? —me pregunta tranquilamente. Yo asiento.

— Me gustaría hablar contigo, papá, si no te importa... —mi voz es un manojo de nervios invariable, no tengo ni una jodida idea de cómo debo comenzar esta charla pero debo salir de dudas cuanto antes. Llevo varios días dándole vueltas al asunto. Esperé a que Draco se sintiese mejor para que la charla fuera más adecuada.

Papá me hace entrar en su despacho y cierra la puerta tras de sí para luego tenderme un vaso con un licor en color ámbar, es su favorito. Siempre que siente que se acerca una charla complicada me ofrece un vaso. Lo muevo delicadamente y noto como el contenido se adhiere a las paredes del vaso como si de aceite se tratase.

— También debo hablar contigo, hijo. —Papá sorbe su vaso y se deja caer frente a mí, analizando mi rostro.

El silencio y ese escrutinio se vuelven incómodos.

— ¿Y bien? —me atrevo a preguntar.

— ¿Las intensiones que tiene ese muchacho con tu hermana son sinceras? Aún no me creo que un príncipe gollense se pueda fijar en una chica calesa, sin títulos y sin tierras que aportar a su poderío, ni siquiera he preparado una dote.

¡Ah! Ya veo, quiere que sea el que le asevere si existe un común acuerdo o si esto es parte de un juego macabro creado por un hombre sin escrúpulos que sólo pretende engañar a mi hermana.

— Él la quiere... Soy un empático, siento esas cosas. Quédate tranquilo.

— Últimamente no me siento muy tranquilo. Tú hermana siente algo muy fuerte por él, eso me queda claro, pero lo que menos deseo es que le partan el corazón. Eso no sería justo si enumeramos todas las cosas por las que ha tenido que pasar.

Yo asiento. Estoy de acuerdo con su punto, pero también sé con certeza que Draco nunca había estado así por otra chica y que esto era algo diferente, ni siquiera podía asegurar que se tratase del vínculo, para mí que entre ellos había mucho, mucho más.

— Son mayores, papá. Sabrán actuar de la mejor forma posible.

— Ese muchacho ni siquiera ha venido a verme.

— Elena acaba de permitirle pararse de su cama esta mañana, debes ser más comprensivo, lo que pasó en ese prado fue terrible, papá. Si hubieses visto los cuerpos... —me callo de golpe, no quiero ni siquiera rememorarlos, y sentir ese hedor en mi nariz que no logro quitarme ni haciéndome un lavado, como los que sueles hacer cuando estás enfermo.

«Pero ya que entramos en estos temas»...

»Debo hablar contigo de algo importante —aseguro—. Cuando entré en el plano astral, mis recuerdos me llevaron a una visión muy lejana, una que no debería recordar pero que de alguna manera mi mente me hizo rememorar. Necesito saber qué significa...

Papá da otro sorbo y me ínsita a continuar

»¿Debería decirme algo el que mamá y tú nombraran a uno de nosotros —hablo de Elena y de mí—, afirmando que era un guardián?

DRÁGONO. El sueño del dragón © ¡YA A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora