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Volvimos a Argentina tres semanasa después, llevé conmigo todos los documentos necesarios para inscribir a mis hijas en una escuela cercana a nuestra nueva casa.

Arturo viajó una semana antes para arreglar los trámites de la mansión.

Cuando llegamos fuímos a conocerla los cuatro juntos, era hermosa, tenía cuatro habitaciones arriba y dos abajo, dos baños, una cocina bellisima, deteriorada pero aún se podía observar el esplendor de esos años de grandeza.

Por lo que supimos de la historia de su creación, el abuelo del señor Celestino, la contruyó para su esposa Nieves, ella era una mujer muy joven cuando se casó con su abuelo Manuel, y juntos vivieron en ella hasta que fallecieron, luego la heredó su padre y posteriormente Celestino y desde hoy sería nuestra, si nuestra, este palacio de principios del siglo 20, sería mía y de mis hijas.

Firmamos los papeles, en el estudio de abogados que patrocina a la constructora.

Desde mañana mismo, Bruno se encargaría de refaccionarla, Miguel y Jorge ayudarían con empleados para que en navidad esté lista.

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Pasaron los meses y día a día la casa fué cambiando poco a poco, la fachada y su interior quedaron intactos, los ambientes se respetaron, se arreglaron cañerías y las comodidades del siglo 21 no faltarían, los pisos de madera fueron cambiados por unos nuevos, las polillas habían hecho estragos en la madera antigua.

Mis hijas corrían por todos lados cada vez que ibamos los fines de semana, el año próximo tendría que anotarlas en un colegio cercano, para no perder su escolaridad.

Arturo tuvo su operación y por desgracia el panorama no era tan bueno, aún le daban un año más de vida, sólo eso.

La casa estuvo lista a fines de noviembre, nos mudamos quince días después, mi asma no toleraba el olor a pintura fresca.

La familia completa nos reunimos aquí en Las Nieves para festejar la Navidad, quise conservar el nombre original de la casa para honrar a aquella mujer, que me pedijo hace muchisimos años, aparte mi verdadera abuela materna se llamaba como ella.

Las niñas corrían por el jardín, Bruno construyó una propiedad casi igual a la nuestra para cuando vinieran a visitarnos todos nuestros familiares.

Sara se sorprendió al vernos tan unidos, volvimos a ser la pareja que nunca debimos separarnos.

El árbol navideño llegaba casi hasta el techo, regalo de Sara, ella misma se encargó de decorar mi casa, no pude negarme a eso, Belén y Lourdes disfrutaron muchísimo ir de compras con su abuela, se trajeron todo lo que había en los negocios y ella disfrutó estar junto a sus nietas haciendo todo esto para que Arturo esté felíz.

Todas nos vestimos de largo para esta noche, Laura se encargó del vestuario, Marisa propuso vestirnos como cuando la fundaron, Lauri investigó y realizó todos nuestros vestidos.

Los hombres tuvieron que ir vestidos de trajes típicos de la época, a Bruno le quedaba hermoso ese traje de confección antigua.

Cenaríamos en el jardín, la noche calurosa lo merecía, todo estaba listo para sentarnos, cuando un llamado nos sorprendió a todos.

-Hola, Jess, feliz Navidad, como me gustaría que hoy nos acompañaras.

-Amiga, acercate a la tranquera que estamos afuera, vine a conocer tu casa y te tengos una sorpresa.

-Jess viniste- yo no podía creerlo- Bruno ya va para allá a buscarte.

Bruno tomó las llaves del auto y salió rumbo a la puerta principal, al ser tan grande la propiedad y por ser de noche, no era prudente ir caminando.

NO SUELTES MI MANO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora