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El cumplaños al fin llegó y la fiesta de mi hija era todo un exito.

Todos sus compañeritos vinieron, algunas amiguitas de danza y otros niños, los hijos de los empleados del hotel, siempre conpartíamos fiestas con los niños.

Belén cumplía sus siete años y ya estaba en segundo grado, aquí era diferente que en Argentina.

Mi niña quiso usar un disfraz de princesa, ella amaba ser la Cenicienta y Lourdes siempre se disfrazaba de Blancanieves.

Estaban tan grandes ya, y desde la otra punta del salón estaba él mirandome y sonriendo como antes.

Yo le hice un gesto desagradable y en  menos de un minuto ya lo tenía pegado a mi lado.

Toda la familia nos miraba, el aire se cortaba con un cuchillo y yo no podía hacer ningún espectáculo delante de tanta gente, ya bastante con el ridículo que hice en el aeropuerto.

-Así me gusta gatita, calmadita y sin escandalos.

-Salí de mi vista desgraciado, ni te me acerques.

Sara nos miraba desde su mesa, tenía un pié  listo, para salir corriendo por las dudas que yo haga un escandalo.

-Ves como podemos convivir en paz, hoy nuestra hija cumpleaños y nosotros debemos comportarnos como los padres que somos.

Giré para verlo mejor, estaba loco que ibamos a compartir juntos alguna cosa.

-Ni pienses que vos y yo vamos a hacer algo juntos.

Y en ese mismo momento la animadora nos llamó, sí a los dos juntos.

-A ver papi y mami, vengan a jugar juntos con su hija.

-Ves gatita, el deber nos llama.

-Cretino -y yo ya estaba sonriendo para disimular delante de todos-.

-Aquí estamos Hada madrina, ¿qué tenemos que hacer?

Silvy nos miraba sin entender nada.

-Ustedes tienen que llevar a su hija a upa tomados de la mano y otra pareja llevará a otro niño y así sucesivamente,  cada dos adultos un niño juega una carrera.

-Vamos hija vení a upa de papá y mamá.

La otra pareja eran Silvy, Miguel y una de las mellisas era Anita, al ser más grande, ellos hacían más fuerza.

-Uno, dos y tres, largaron- dijo la chica vestida de hada-.

-Vamos papi quiero ganarle a los tíos.

-Si mi amor, nosotros vamos a ganar.

Corrimos juntos y ganamos, Silvy se tropezó y cayeron al piso.

Nos reímos de toda la situación, nosotros tres abrazados y sin darme cuenta estábamos pegados otra vez.

Me solté cuando me dí cuenta lo que pasaba.

Él y mi hija estaban juntos de nuevo, ella lo besaba como cuando era pequeña, no pude interrumpir ese momento tan íntimo entre mi hija y su padre.

La fiesta estaba concluyendo, se cortó la torta, Belén pidió sus tres deseos y cuando Sara le preguntó que había pedido ella respondió...

-Pedí que papá y mamá vuelvan a casarse, no quiero que él nos vuelva a dejar, eso pedí abu.

Sara me miró y yo comprendí que mi hija necesitaba de su padre.

Terminó la fiesta y los niños fueron yendose uno a uno.

Los empleados que hoy estaban de guardia limpiaron el comedor muy rápidamente, porque en dos horas sería la hora de servir la cena y los huespedes tendrían que cenar.

NO SUELTES MI MANO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora