Capítulo 22.

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Maite suspiró preocupada. Miro a Ani y Dulce que seguían hablando sobre la terapia de parejas y mordió su labio nerviosa. A su parecer, Ani era aún muy joven para tener una relación con estos problemas ¿Donde había quedado el romance adolescente? Su hermana se había saltado esa parte sin duda. Pero ella tenía razón. Ya era mayor de edad y ella podía cargar con estas decisiones, era algo que ella debía hacer y ya había elegido.

La rubia tenía una gran sonrisa en el rostro. El peso de la inexperiencia es precisamente no saber que hacer pero ahora contaba con el apoyo de sus hermanas y sentía que todo iba a estar bien. Él le había dicho que la amaba y se lo había demostrado ¿Que más de podía necesitar para salir adelante si no era amor, apoyo y esfuerzo?

-Solo prométeme una cosa, chaparra -dijo Dulce con el rostro serio. Anahí la miró confundida pero asintió-Si en algún momento él... Te alza la mano o algo se sale de control, me llamas y te vas -Ani abrió la boca y Maite de sentó junto a ella dándole la razón a Dulce.

-Una cosa es que quieras sacarlo adelante y otra es que te hundas con él ¿Esta bien?

-Esta bien, se los prometo -dijo ella aceptando y luego les sonrió-Aunque él no lo haría. ¿Saben? Él es muy dulce.

-Já, ver para creer -dijo en broma Maite haciéndolas reír.

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-¿Que se supone que haremos ahora? -pregunto Christopher viendo de reojo al pelinegro que se había quedado dormido. Christian paso una mano por su cabello de manera nerviosa y se encogió de hombros.

Esto nunca había pasado, así que no sabían que debian hacer ahora. La antigua solución sería llamar a Anahí y que calme al ogro que tenían como hermano pero ahora que habían terminado... Lo único que veían viable era que el pelinegro se fuera.

-Supongo que deberíamos comprar su boleto.. o hablar con Ani y ver si... Puede darle otra oportunidad, no lo sé -dijo Christian alzando los brazos.

-No creo que eso sea lo mejor... Si ella decidió que no, no podemos hacer nada.

Ambos se miraron con resignación. Era un duro golpe para su hermano. Ellos nunca lo habían visto esforzarse por una mujer, corrección, por nadie. No sabían cómo afectaría esto en el control de sus emociones.
Christopher se acercó a él. Estaba sudando de nuevo. Eso lo hizo recordar que aún no había salido del tiempo de reposo que le había dado la doctora.
Negando con la cabeza busco el cuenco que tenía la rubia con agua y las compresas y se las puso en la cabeza y el cuello.
Christian hizo una mueca y por el contrario comenzó a buscar los vuelos que saldrían a Londres esa misma semana, mientras mas rápido se fuera menos tiempo tendria de pensar en Ani.

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El sonido de unos tacones resonaban en el pasillo de abordaje incluso por encima del ruido de las personas alrededor que estaban preparandose para el viaje o llegando, como ellos. Los pasos de ella se volvieron mas apresurados mientras vislumbraba el cabello de la castaña que los esperaba en la zona de de equipaje. El hombre se encontraba varios pasos atrás, rodó los ojos al observar a su esposa que abrazaba a la chica como si fuera una tabla salvavidas.

—¡Es horrible, Ruth —alcanzo a escuchar el hombre que llegaba hasta ellas. La chica tenia incluso lágrimas en los ojos, mientras cubría sus sollozos con su mano—No se que es lo que le hizo, ¡viven en una casucha en medio de la finca! —la expresión horrorizada de su esposa lo hizo contener las ganas de reírse.

—Tu tranquila, cariño. No permitiremos eso. Ya veras como Chris se da cuenta del error que esta cometiendo —la consoló la mujer.
Sinceramente, el no entendía porque tanto alboroto, al fin y al cabo, Christian siempre había dejado muy claro que no le gustaba la castaña.
Ahora, lo de el embarazo... Jesús, tal parece que no le había enseñado tan bien a su hijo como ponerse un condón. El estaba mas preocupado por eso que por la tontería de Christian.

International Love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora