Capítulo 36

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Las vibraciones del motor del avión ayudaron a dormirme, pero no a despejar mi mente. Pues aunque mi cuerpo se sentía relajado, mi cabeza era un completo parque de atracciones.

El señor estuvo durante un rato dándome conversación. En un principio no quería hablar con nadie, pero por ese mismo motivo, cambié de idea pensando que me iría bien charlar para dejar fluir mi estresada mente.

Agarré el teléfono de mi bolsillo y lo encendí. Esperé los segundos que tocaban hasta que toda la pantalla se petó de notificaciones. A parte de las de los chicos, había algunas noticias mencionándome sobre mi "escapada" repentina a mi país natal. ¿Cómo demonios la prensa se enteraba de las cosas tan rápido?

Pero en fin, ahí me encontraba yo; más perdida que un pollo sin cabeza desembarcando del avión. Y sin la necesidad obvia de destacar que mi corazón se aceleró a mil por hora en el momento en el que reconocí mi preciosa ciudad.

Mi infancia, y mi pre adolescencia; fueron años de mierda, pero eran MIS años de mierda vividos ahí.

Coloqué mis auriculares sin prestar atención a la música y me centré en mis pensamientos.

Ni siquiera sabía cómo empezar la conversación con Elena sobre su estado. Pero lo que sí quería dejarle claro, es que debía dejar esa dependencia emocional sobre mí de una vez por todas.

Nada más llegar a las puertas del aeropuerto, vi cómo todos los taxis estaban pillados. Es decir, tendría que esperar a que quedase uno libre.

Sonreí. Sí, sonreí.

Sonreí al ver que no lo tenía todo tan fácil como en Corea. Que tenía que hacerlo todo por mi propia parte. Que mi vida ahí no tenía lujos. Y al fin y al cabo esa era yo, una chica sin ánimo de riquezas.

Miré el teléfono; 13:08, 15 de enero.

Un día de vuelta a mi vida normal.

✘✘✘

Tras unos treinta minutos esperando, por fin me pudieron atender y llevarme hasta el hospital. Mi pueblo era pequeño, por lo que prácticamente pude divisarlo por completo través de la ventana del copiloto.

Y no hacía falta recalcar la sonrisa de idiota en mi cara.

Quince minutos más tarde, ya estaba a las puertas del edificio. Agarré mi tarjeta y pagué el taxi, ignorando la cara de asombro al ver que pagaba con una platino.

Me dirigí a la entrada con dudas y nervios. Mis manos estaban enlazadas entre ellas, apretándose con fuerza. Mis pies aceleraban con calma y lentitud. Y mis ojos se movían de un lado a otro.

No era la primera vez que visitaba a Elena en estas circunstancias, pero sí la primera que lo haría para terminar todo con ella.

Las puertas de cristal se abrieron ante mí. Vi a pacientes caminando por los pasillos con sueros, en sillas de ruedas, enfermeras con papeles en las manos. El ambiente de los hospitales se me hacía demasiado frío comparado con mi calor emocional.

Era como si todo estuviese tan frío que ni siquiera tuviese vida, que este edificio te quitase el ánima nada más entrar. Ya fuese por la puerta o en ambulancia.

Al llegar, puse mis manos encima del frío mostrador de recepción, intentando que mi corazón no se desbordase.

-Buenos días-Me dijo una de las mujeres mayores al dejarse caer en la silla de recepción.

-Buenos días-Respondí-. ¿La habitación de Elena Mondragon?

-Ahora mismo-Tecleó en el ordenador y a los pocos segundos obtuvo el resultado-. Planta 3, habitación 127-Me informó con una media sonrisa.

sentimientos quiméricos » BTS (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora