Donde escribo historias terribles y tú los lees porque amas a Cody Fern, Jim Mason Michael Langdon y Duncan Shepherd.
Prohibida la copia o adaptación.
Si lo haces, lo sabré y no te va a gustar lo que sucederá.
Langdonftme, actualmente codfxrn
No podía negarlo, estaba celosa. Celosa de la grandiosa relación que Cody y su novia tenían, a penas llevaban quince días saliendo y parecía que terminarían comprometiéndose para luego casarse y tener una casa acogedora en Sydney, formando una familia hermosa con dos hijos, o al menos eso era lo que yo quería.
Las decepciones y rupturas volvieron a hacerse presentes en la vida de Cody, aquella chica que juraba estar profundamente enamorada de él, lo había engañado por un par de centímetros. Y yo estaba ahí, para reparar aquel corazón destrozado, sin importar que el mío también lo estuviera. Porque cuando Cody estaba feliz, yo también lo estaba y por consiguiente, cuando él estaba triste, yo quería morirme.
Ambos aceptamos la idea de vivir juntos, lejos de Australia, sin importar nada ni nadie. Por un leve segundo, pensé que Cody por fin se había fijado en mí.
Nuestro primer mes viviendo juntos fue algo digno de celebrar, sobre todo cuando a Cody le habían otorgado un papel para una nueva película.
Algo de pasta italiana y una botella de vino mientras mirabamos una película, parecían el complemento perfecto para una "cita romántica".
A la mitad de la película y con una botella de vino vacía, mi cabeza se recalcó en el hombro de Cody, quien gustoso aceptó, envolviendo en una abrazo mientras continuabamos mirando la película.
Y en menos de diez minutos, me había perdido, completamente, en la mirada de Cody, mi mano acarició tan lento su mejilla, sintiendo las yemas de mis dedos quemarse ante el tacto. Un suspiro salió de mis labios, captando su atención y lo poco que supe, fue que mis labios habían impactado con los de Cody y que solo las cuatro paredes que nos rodeaban eran testigos de lo que había pasado, porque solo recuerdo despertar en la cama de mi habitación, y mi cuerpo envuelto en una manta. La sonrisa en mi rostro nunca desapareció, al fin creí que había algo con Cody, qué equivocada estaba.
En poco menos de un año, Cody ya era estable económicamente, por lo que con esfuerzos de mi parte, ambos compramos un apartamento más grande.
Las señales, Cody me las daba, solo no era lo suficientemente valiente como para verlas.
Aún recuerdo su voz rondando por mi cabeza.
- ¿Podríamos ordenar pizza, no crees? - me llamó desde la sala, mientras preparaba unos cuantos bocadillos para nuestra usual noche de películas.
- Es buena idea Cody - asentí justo llegando a su lado.
Esperar cuarenta y cinco minutos parecía un martirio para ambos, puesto que, estabamos hambrientos y sedientos, pero yo de él, de volverlo a sentir tan cerca como aquella noche.
