Donde escribo historias terribles y tú los lees porque amas a Cody Fern, Jim Mason Michael Langdon y Duncan Shepherd.
Prohibida la copia o adaptación.
Si lo haces, lo sabré y no te va a gustar lo que sucederá.
Langdonftme, actualmente codfxrn
La fiesta de beneficiencia que patrocinaban los Shepherd estaba en pleno apogeo, los codiciosos magnates caminaban despavoridos de la mano de sus acompañantes, luciendo costosas vestimentas que probablemente nunca vuelvan a usar.
- ¿Qué haces aquí? - un ligero roce la detuvo, topándose con los perfectos ojos de Ducan - Por favor, vete.
- Tranquiliza a tu madre, cariño - dio un vistazo a mujer de vestido blanco - no he venido por ti - y con una sonrisa se alejó de él sin pasar desapercibida la mirada lasciva de Annette.
La relación con Duncan estaba hecha añicos, ambos comenzaron a salir en la Universidad, pero Annette interrumpió aquella relación, por no considerar a t/n, lo suficientemente podrida de dinero como para llevar el apellido "Shepherd".
Sería mentira decir que ambos ya no se gustaban, vaya que lo hacían, ¿Por qué crees que Duncan insistió tanto en tener un departamento para él solo?, pero de nuevo Annette llenó con prejuicios la mente de Duncan y aquellas visitas, acabaron.
Siguió cada uno de los minúsculos movimientos del castaño, viéndolo correr despavorido, casi nervioso.
- ¿Algo más para ofrecerle, señorita? - preguntaron detrás de ella, simplemente negó con la cabeza para concentrarse en el chico.
Lo tenía justo donde lo quería, en la palma de su mano.
Con seguridad se alejó del bar para caminar donde Duncan, quien ya de encontraba platicando con alguien que conocía a la perfección.
- Señor Shepherd - interrumpió, haciendo al chico palidecer.
- T/n, no es buen momento - susurró con preocupación pero lo único que recibió fue una sonrisa de su parte.
Conocía la debilidad del chico, perder todo su jodido dinero.
- Lamento la tardanza, cariño - Duncan los miró sorprendido, sus ojos se abrieron completamente al ver a la castaña, besar lentamente los labios del susodicho.
- ¿A qué estás jugando? - preguntó interrumpiendo el beso.
- No entiendo a lo que se refiere, señor Shepherd - mencionó Michael Langdon, con una sonrisa mientras abrazaba a la chica por la cintura.
Duncan la miró enojado, ella sabía cuán importante era mantener la relación con la cooperativa Langdon. Una llamada de diez segundos y la Fundación por la libertad de los Shepherd, era añicos.
