Donde escribo historias terribles y tú los lees porque amas a Cody Fern, Jim Mason Michael Langdon y Duncan Shepherd.
Prohibida la copia o adaptación.
Si lo haces, lo sabré y no te va a gustar lo que sucederá.
Langdonftme, actualmente codfxrn
El pecado, del latín peccatum, es el alejamiento del hombre de la voluntad de Dios. Considerado impuro. Pero, ¿Qué pasa cuando este está grabado, por completó, en tu piel?. ¿Cómo haces para alejarlo de tu cuerpo?. ¿Qué haces, en caso de no querer dejarlo ir?.
Tal vez fue su sonrisa, combinado sus increibles curvas o aquella maldad que emanaba de su cuerpo, pero algo había acaparado la atención de Michael Langdon, al grado de, ya no jugar con la mente de las personas, si no que, ella poseía la habilidad de, con tan solo mirarlo, tener a Langdon de rodillas, deseando que aquellos suspiros, fueran por él, que las veces que leía su mente y ella imaginaba cualquier cosa obscena, fueran por él.
Solo tal vez, Langdon estaba equivocado y ella era la representación viva del pecado.
Y tenerla de pie, sin saber cómo entró a su habitación, le producía miles de sensaciones. La entrevista había pasado, no había necesidad alguna de que aquella chica estuviera ante su cama.
Pero cualquier pensamiento que cruzara en su mente se detuvo, sus ojos vagaron sobre ella, viendo como aquella delgada tela que cubría su delicado cuerpo, resbalaba lento y torturosamente.
Los labios de Michael se tiñeron rojizos ante la presión que ejercía mientras se incorporaba en la cama.
- ¿Sabes cuál es tu error, Langdon? - preguntó con cierto toque de sensualidad, haciendo erizar la piel del rubio - No debiste ignorarme de esa manera.
Un leve gemido salió de sus labios al sentir las manos de la chica, tocar, sin piedad cada una de sus piernas, descubiertas, subiendo con lentitud, disfrutando de la sensación.
- ¿Disfrutaste de ello? - su mano descansó en su abdomen mientras se sentaba en el regazo del chico. Un gemido fue la respuesta - Debería castigarte por ello - susurró antes de comenzar a mover sus caderas, volviendo imposible que el rubio, formulara oración coherente.
- Detente.
Intentó apartarla, pero sentir su núcleo presionar contra su virilidad, torturandolo con cada movimiento, le hacía rendirse ante ella.
- Pero no quieres que lo haga -susurró besando lentamente su mandíbula para luego pasar a su cuello y morder ligeramente.
Los dedos de Michael, jugando con el tirante de su sostén, le indicaron que estaba completamente perdido. Un gemido salió de los labios de la chica, al sentir las manos del rubio, tocando y apretando cada uno de sus delicados pechos.
