Donde escribo historias terribles y tú los lees porque amas a Cody Fern, Jim Mason Michael Langdon y Duncan Shepherd.
Prohibida la copia o adaptación.
Si lo haces, lo sabré y no te va a gustar lo que sucederá.
Langdonftme, actualmente codfxrn
Espero no les moleste que haya unido los pedidos, los dos tenían la misma temática así que, PerdóN, gg. Eso y gracias por leer.
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Sus manos se sentían frías, demasiado frías para ser verdad, pero su cuerpo parecía proporcionar ese calor que tanto añoraba, al igual que sus labios, como lo amabas. Se encontraban tendidos en la cama, tu oído pegado a su pecho, escuchando sus lentos y tranquilos latidos mientras tu mano dibujaba pequeños patrones a lo largo de su abdomen.
— No puedo esperar más tiempo... — murmuró acariciando tu cabello. Lo miraste por unos segundos, pareciendo una eternidad. Sus brillantes ojos azules se encontraron con los tuyos antes de regalarte una sonrisa y aproximarse para besar tus labios — Te quiero para mí, y solo para mí — mencionó mientras se posicionaba encima de ti y te besaba con aquella pasión que demostraba lo más íntimo de su amor.
Nunca sabrías el cómo o por qué pero desde el momento que miraste al rubio salir de la heladería y ver cómo dos de sus helados caían al piso, sabías que debías conocerlo, esa fue la mejor idea que se te había ocurrido en mucho tiempo.
Había pasado un año desde aquel día. La noticia impactó a todos, en especial a tus padres, aún no aceptaban a Cody y tal vez nunca planeaban aceptarlo pero cuando aquellas dos palabras salieron de tu boca, podías escuchar sus corazones dejar de latir mientras el color abandonaba sus rostros. Desde aquel día, no supiste nada de tus padres, aún recordaba las palabras de tu madre.
' Los Fern toman todo lo que tienen de ti y cuando ya están satisfechos te tiran como si fueras basura. Pareciera que no entiendes '.
Por lo poco que pudiste investigar, durante la preparatoria tu madre salió con el padre de Cody y las cosas terminaron mal, muy mal, desde ese momento, tu madre odiaba a los Fern, aún más saber que su única hija salía con el hijo mayor de estos. Pero sabías que Cody no era así y no haría una atrocidad como la de su padre. Cody no podría siquiera pensar en hacerte daño.
— Dime que no es cierto — murmuraste esperanzada, conteniendo todo lo que llevaba dentro — Dios... — gemíste al no obtener respuesta.
Lo miraste por el rabillo del ojo, intentado hacer un movimiento, sin embargo siempre volvía a su estado incial.
— Cody... — susurraste qubrandote en el proceso. Pero de nuevo, ninguna palabra, suspiró o reacción. Tragaste en seco, para luego, subir la mirada y enfrentarlo — No puedes hacer esto. No ahora... — rogaste sintiendo tu vista nublarse ante la proximidad de las lágrimas.
