Capítulo 2

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La dirección donde veré a mi padre es un puerto, la cercanía al mar hace que el clima se torne gélido.

Sorbo mi nariz, mientras sobo las palmas de mis manos contra mis brazos en un vano intento de conservar el calor.

Cuando he salido de casa la temperatura era agradable, ahora me arrepiento de no tomar ese abrigo que Kelly me advirtió que debía tomar.

Tomo siento en un banco; justo frente al faro que indico en el mensaje que me encontraría.

La impaciencia me golpea, miro a los alrededores, el lugar es tan tranquilo que causa escalofríos. Comienzo a tararear una melodía en buscar de menguar el silencio.

Un coche negro aparece de la nada, estaciona a unos metros de donde me encuentro. Las puertas se abren, tres hombres aparecen ante mi, entre ellos mi papá.

Camino en sus direcciones.

Mientras la distancia entre nosotros disminuye sus cuerpos se hacen más nítidos.

La camisa de papá está manchada de sangre y este apenas se puede sostener. Podría jurar que si no es porque uno de los dos hombres lo sostiene estaría en el suelo en estos momentos.

—Tú debes de ser Sky —Habla uno de los hombres, viste de traje.

—¡Sí! ¿Ustedes quiénes son y qué le sucedió a mí papá? —pregunto aterrada.

—Eso es lo que le sucede a la gente que le debe dinero al jefe y no paga —Dice el que sostiene a papá, mientras camina hacia mí y deja caer a mí padre junto a mis pies.

—¡Sky ayúdame! estos hombres me matarán si no pago mi deuda —La voz de papá es entrecortada.

Mis manos tiemblan y no se debe al frío, el hombre de traje se acerca a mí con paso lento, pero firme.

—Eres linda, seguro no te será tan difícil conseguir el dinero —Comenta mientras rosa con sus dedos mi cabello rojo en un tono malicioso.

—¿Cuánto debe? —Pregunto con miedo de escuchar la repuesta.

—30 mil —¿De donde sacaré esa cantidad de dinero? Pienso y me empieza a faltar el aire.

Parece que pudo leer el horror en mí rostro por lo que añadió.

—Si no nos pagas tal vez podamos quedarnos uno de tus pulmones, tal vez tú hígado, o quien sabe quizás tú vida —Reprimió una arcada.

—¡Pagare el dinero! —Las palabras salen raspando mí garganta, nunca he visto tanto dinero junto.

—Tienes tres semanas —Tres semanas, es muy poco tiempo.

—Diez —Contrapongo.

—Siete —Dirijo la mirada a papá, aún se encuentra en el suelo.

—Mientras tanto nadie nos tocara —Levanto la mirada en su dirección mientas las palabras se escurren por mis labios.

—Siempre y cuando alguien pague, pero si no es así mis chicos no tendrán piedad de ustedes. Chica linda, también te daré un consejo, escucha con atención: los policías no pueden hacernos daños, tú padre no puede hacernos daños, tú no puedes hacernos daños, nadie en este mundo puede hacernos daños, pero nosotros si podemos haceros daños a vosotros y lo único que evitara que eso suceda es que regresen lo que nos pertenece.

Al llegar a casa conciliar el sueño parecía imposible, mi mente solo revivía una y otra vez los hechos que ocurrieron anoche.

¿Quienes eran esos hombres?
¿De donde conocían a papá?

DeudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora