Capítulo 8

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Daemon se ha retirado a su oficina, yo reviso mis redes sociales, cada día mis seguidores aumentan.

Han publicado varias fotos mías y de Daemon en el restaurante.

Las horas pasan rápido.

Llamo a Kelly, me siento mal por como la trate cortante en la noche.

—¿Cuándo regresarás? —Mi pecho se encoje ante su pregunta, odio mentir, pero desde que comencé esta nueva vida se ha convertido en algo usual, un horrible habito.

—Pronto —Duele en mi pecho como su voz se llena de esperanza. Como planea mi regreso.

Mis ojos se cierran solos.

No he dormido nada, las cinco tazas de café que he bebido me ayudan a mantenerme en pie, pero pronto culminaran sus efectos.

El profesor da la clase, yo solo veo como sus labios se mueven y explica en un dialecto fuera de mi comprensión, no me puedo concentrar.

Por los pasillos las miradas y cuchicheos de los alumnos hacia mi persona, no aminoran. Veo a Ángel camino sin darle importancia, él hace lo mismo. Cualquiera pensaría que no nos conocimos si omitiera los segundos que nuestras miradas permanecieron fijas.

Observo el cielo celeste mientras como una manzana, en diez minutos dará comienzo otra clase.

Llamo a Sam. No hablamos mucho, lo suficiente para darle a entender que me encontraba bien.

Eduard me espera puntual e impecable.

—¿Cómo ha ido su día? —pregunta con la formalidad y profesionalismo que lo caracteriza.

—Bien —respondo desganada, necesito unas horas de descanso. Ingreso al auto, Eduard cierra la puerta y toma asiento frente al volante.

—¿La llevó al gimnasio? —Se me había olvidado por completo, por un día que falte no me echaran de menos.

—A la casa por favor —respondo adormilada.

Mi cuerpo impacta sobre el suave colchón, mis músculos se relajan, mi cerebro deja de pensar.

El sol se filtra por la ventana calentando mi cuerpo, mi estómago ruge, me encontraba tan cansada que no he comido nada desde el almuerzo del día anterior.

Desayuno junto a Martha.

Merodeó por los pasillos de la universidad observando a los grupitos de estudiantes hablar, sonrió pensando en Sam y en Kelly. Me he convencido de que estoy bien sola, que no necesito a nadie, aunque en el fondo se que no es así.

No es lo que necesito, tampoco lo que deseo.

Atravieso las puertas del gimnasio, esta inusualmente vacío.

Estiró mi cuerpo.

Coloco el móvil el modo avión, lo conecto a una bocina, elijo la música y comienzo a bailar, alejándome del mundo, de la realidad.

Flotando en un universo paralelo donde todo es perfecto.

Narra Daemon

Estampo el teléfono contra la pared, los trozos se riegan por toda la oficina.

Era la quinta llamada que le hacía a Sky, su teléfono se encuentra apagado, como en las cuatro anteriores.

Llamo a Eduard desde otro teléfono que se encontraba en una de las gavetas de la mesa.

DeudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora