Capítulo 26

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—¿Y cómo has llegado aquí?, a la fiesta digo, no es por ofender, pero no tienes cara de empresaria.

—Para nada, no me ofende, estoy acompañando a mi novio, tienes que verlo, él sí que tiene cara de empresario, con su corbata y su traje sin arrugas.

—¿Cómo se llama?

—Daemon Sheridan, ¿lo conoce?

—¿Cómo Sheridan Company? —se asombra

—El mismo.

—Lo he visto en foto, es muy apuesto, sí que tienes suerte.

—¿Y qué hay de usted? —cambio el tema sutilmente.

—Mi cuñado es así como tu novio, un... —Busca la palabra en su cabeza— don perfecto.

—Don perfecto —decimos a la vez y ambos reímos.

—Sí, yo ni siquiera tenía ganas de venir, hoy jugaba fútbol mi equipo y no quería perdérmelo, pero él se ha empeñado es que debíamos asistir, cuando llegamos los buitres comenzaron a acercarse.

—¿Los buitres?

—Sí, sí, todos esos falsos de allá afuera —sonrió por su apodo para los demás miembros de la fiesta.

—¿Y su mujer antes la ha mencionado? —me adentro en su vida privada.

—Ella esta de viaje, en Londres, vacaciones.

—Que suerte tiene, yo sí que necesito unas vacaciones.

—¿Días malos?

—Más bien año malo, mi vida ha cambiado demasiado en estos meses —bebo de la botella.

—Los cambios siempre nos afectan.

—Ni que lo digan, pero no quiero agobiarte con mis problemas.

—Estoy encantado de escucharte, algo tenemos que hacer mientras nos ocultamos —me regala una sonrisa de complicidad que siempre soñé recibir por parte de mi padre.

—Bueno, si insistes.

—Claro que insisto.

Comienzo a contarle mi vida al desconocido, disfrazando un poco el relato, como el día en que mi padre me adjudicó su deuda, que lo describo como la primera vez que vi a Daemon, o quitando acontecimientos, como esa horripilante subasta donde tuve que venderme como un trozo de carne.

Vrrr vrrr vrr.

Mi teléfono vibra dentro de la pequeña cartera de marca a juego con mi ropa, es Daemon, ya se hablará cansado de oler el culo del cuñado de su gran inversor y se habrá percatado de que he desaparecido.

—Debo irme, ha sido un placer hablar con usted —cuelgo el teléfono.

—El placer ha sido mío, de escuchar tu increíble historia, envidio tanto a la juventud, mi mujer la eligieron mis padres y no me quedo más opción que aceptarla, aunque si no puedo negar que con el tiempo le fui cogiendo cariño y ahora no sé que ahora sin ella —le sonrió con sinceridad, la vida de nadie es perfecta.

Mi móvil comienza a vibrar nuevamente, don perfecto debe estar desesperado.

—Espero que nos encontremos de nuevo —me despido después de beber nuevamente de la botella que ya casi se encuentra completamente vacía.

Camino a paso rápido hasta la sala donde se celebra la fecha, por los pasillos noto como una risita se escurre por mis labios y mis piernas tropiezan hasta con el aire —estoy borracha.

—Me buscabas —Daemon eleva la vista de su celular desde el cual me llamaba por quinta vez.

Cuelgo el teléfono mostrándole su propia llamada en la pantalla.

—¿Estás borracha? —pregunta mirando hacía todos lados.

—¿Me lo preguntas cuidándome a mí o a tu perfecta reputación? —Daemon resopla, odia que lo enfrenten.

—Nos vamos a casa, ahora —me toma por el brazo, pero no demasiado brusco, cuida las apariencias.

—¿Ya? ¿Tan pronto? Pero si aún ni te ha dado tiempo ha hablar con tu tan importante inversor —mi tono de voz es un poco alto.

Las miradas se comienzan a posar en nosotros.

—Has desaparecido, ya he cumplido mi objetivo en esta fiesta.

Me arrastra entre la gente hasta donde está estacionado el auto.

—Me estaba divirtiendo, ¿Por qué nos tenemos que ir? —hablo sentada en el asiento del copiloto, mientras nos alejamos de la gran mansión.

—Odias ese tipo de fiestas, con gente refinada como sueles llamarlas.

—Buitres.

—¿Cómo? —pregunta deteniéndose en un semáforo en rojo.

—Buitres, ya no les llamo refinados, son unos buitres todos.

—¿De dónde ha salido ese apodó?

—Me lo ha enseñado un amigo —el semáforo alumbra verde y continuamos nuestro camino.

—Son buitres y los odias, pero haces amigos entre ellos.

—Él era diferente —Daemon entre cierra los ojos—, y no los odio a todos, solo a los interesados, babosos y a mi novio.

—En serio piensas que dejaría que otro hombre te pusiera una mano encima.

—No lo sé —cruzo los brazos sobre mi pecho—, y más dudas me entraron cuando permites que me miren de esa manera.

—Nunca permitiría que te pase nada.

—No lo parecía allá Daemon —Señalo en dirección a la casa que acabamos de abandonar.

—Eran solo negocios, solo te pedí que sonriera, no que te lo llevaras a la cama.

—Viste la forma, que me miraba, y no dijiste nada, solo miraste para otro lado y me dijiste que sonriera —grito—. Para el auto.

—¿Para qué?

—Para el auto de una vez o me tiro —quito el seguro de la puerta dispuesta a cumplir mi palabra, no soporto estar encerada en un lugar tan pequeño junto a él ni un segundo más.

Detiene el carro sin decir una palabra, bajo de este, tomo una gran bocanada de aire fresco y comienzo a caminar alejándome de él, su auto caro, y todas sus mierdas.

*****
¿Qué les parece la nueva portada de Deuda?

Besos, los leo.

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