Capítulo 6

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Bajamos del coche, flash de cámaras nos atacan, Daemon toma mi mano.

-Solo relajante -Parece haber sentido mi incomodidad.

Llevo un vestido rojo, largo, el cual deja al descubierto mi espalda.

Después de saludar a gran parte de la fiesta, escuchar cumplidos por mi belleza y beber una que otra copa me encuentro sola, tomando aire.

-¿Quieres bailar? -Daemon pregunta mientas se acerca caminado.

Lo miro asombrada, no parece del tipo de persona que baile, dude unos segundos, mire sobre su hombro la pista de baile, estaba llena de parejas, pero aun así acepte.

-¡Sí!, porque no.

Caminamos hasta la gran sala, Daemon coloco una de sus manos en la parte baja de mi espalda descubierta, obligando a que nuestros cuerpos quedaran unidos, todos en la sala nos miraban mientras bailamos, incluso las parejas se detienen para apreciar nuestros movimientos.

Nuestra estancia en la pista de baile fue breve, solo una canción, después nos retiramos, pero no sin antes que Daemon depositara sobre mis labios un casto pero embriagador beso.

Nuestro primer beso.

No fue ostentoso; no gritaba pasión, ni pertenecía. Apenas duró segundos, una fugaz pincelada que tan solo me hizo añorar más de él.

Abro los ojos, pero los cierro nuevamente por instinto al mis pupilas hacer contrato con la luz del sol que se filtra a través de la ventana.

Apago el despertado.

Mi cabeza duele, no debí beber tanto ayer, pero como no hacerlo.

Después del baile tuve que aguantar horas de charlas aburrida sobre negocios que siquiera entendía, claro eso era muchísimo mejor que ir con las mujeres las cuales no tenían más temas de conversación que de joyas, fiestas y las solteras sobre los millonarios libres en el mercado.

Me doy un baño, para luego ponerme lo más cómodo que encuentro en el armario. Nada de tacones o vestidos, voy descartando ropa del gigantesco armario, decidiéndome por una falda por debajo de mis rodillas rosada perlada y una blusa negra holgada, acompañada de unos vans negros bajos y una cartera.

Algo que usaría en mi antigua vida para ir a clases, pero sin duda estas más caras que mi anterior casa completa solo valorando el precio de la falda.

Al entrar en la cocina escucho una conversación que me saca una sonrisa, Eduard intenta ligar con Martha, quien lo pensaría, provoco ruidos al caminar evitando encontrarme con una escena vergonzosa para los tres.

Martha me recibe roja como un tomate, pero con el desayuno ya debido, el chofer se retira con la escusa de preparar el coche.

Niego el desayuno pidiendo a cambio agua, la resaca ha cerrado mi garganta solo permitiendo el paso de el frío liquido insípido.

Por los pasillos algunas chicas las cuales cabe aclarar que en mi vida había visto antes me saludan tímidamente, otros pasan por mi lado y saludan moviendo su cabeza hacia un costado, y algunos estudiantes hasta me llaman por mi nombre.

-Hola, ¿tú eres Sky, de la que todos hablan? -Escaneo con la mirada a las tres chicas que se acercan, la que me hablo parecía aterrada, pudiera jurar que hasta temblaba.

-Soy Sky, pero no tengo ni idea de porque todos hablan de mí, ¿me pudieras decir?

-Es que... -No termina la fra se cuando las tres palidecen.

-¿Qué hacen molestando a Sky? ella es una de las nuestras, piérdanse -Una rubia oxigenada dice estas palabras mientras pasa su brazo sobre mi hombro.

DeudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora