Capítulo 18

2.1K 104 5
                                    

Entramos en una casa.

Corrección sería mejor denominarla mansión, igual de grande e imponente a donde vivo con Daemon.

Una chica toca música su violín sobre un podio, mientras los invitados caminan, hablan y ríen.

Aliso mi falta con las manos, me coloco mi sonrisa falta, obtengo una copa de un mesero que pasa a mi lado con una bandeja y me preparo para fingir.

Caminamos saludando personas por treinta minutos, hasta que me pude escurrir lejos de Daemon, odio oír cuando se pone a hablar de trabajo con sus socios.

Entro en la cocina en busca de algo de beber que no sea el horrendo champán espumoso, no tengo nada en su contra, pero mi sistema aclama algo con unos cuantos más grados de alcohol.

Reviso las neveras, mientras ningún mesero o cocinero observar.

—Vamos, tienes que estar por algún lado —susurro en mi busca de whisky, vodka, o lo que sea.

—¿Niña qué haces?, aquí solo puede entrar el personal autorizado —Giro suavemente, me han pillado.

Al girarme me encuentro con una mujer unos años mayor que yo, piel oscura, por su vestimenta puedo asegurar que trabaja en la cocina.

—Lo siento, soy invitada de la fiesta —Ruego para mis adentros que no esté enfadada.

—Vamos te indicaré el camino a al salón —Pongo los ojos en blanco solo de pensar en regresar a salón principal con ese mar de gente que te miran por encima de hombro o te hablan solo por interés, con esa música, que ni siquiera se puede bailar y sin algo de beber que realmente pueda considerar alcohol, cierto, el alcohol.

—¿Sabes dónde puedo encontrar algo de alcohol por aquí? —La mujer mira la copa de champán que sostengo en mi mano y eleva su ceja izquierda.

—Oh noo, esta cosa espumosa no, hablo de alcohol de verdad, comprendes —Mujer ríe por mi comentario.

—Sígueme, creo que puedo ayudarte.

Atravesamos la cocina.

—¿Cleo, quién es esa chica? —Pregunta un chico a lo lejos.

—Una amiga, solo ha venido a visitarme, se gira rápido —Sigo a Cleo hasta un almacén oculto en el fondo y bingo.

Tomo una botella de Habana club añejo especial, amo el ron cubano, lo abro y bebo de esta. Cleo ríe.

—Espero que con eso puedas calmar tu sed, por cierto, ¿qué haces en una fiesta, cómo está? no parece ser tu estiló —algo en Cleo hace que me agrade, quizás sea el nivel de alcohol que corre por mi sangre.

—He venido con mi novio, la fiesta la celebran unos socios de él —Le ofrezco la botella para que ella también beba, la coge sin dudar, cada segundo que pasa Cleo me agrada un poco más.

—Tú novio debe ser una persona muy importante para ser socio de los que organizaron la fiesta.

—No sé si sean importante o no, lo que sé, es que tienen que aprender cómo se monta una buena fiesta —Ambas reímos.

Cloe me indica como llegar a uno de los balcones sin que nadie me vea, ella tiene que regresar al trabajo antes de que la supervisora vea que no está, si no se meterá en buenos problemas.

Escondo la botella tras una hermosa planta no antes sin verter un poco del líquido oscuro en mi copa de champán.

No me ha sido muy difícil dar con mi novio.

Se encontraba justo en el mismo lugar que lo deje, justo hablando con las mismas aburridas personas.

Me acerco a él y deposito un casto beso en su mejilla dando a relucir lo locamente enamorada que me encuentro de él, nótese el sarcasmo, sus compañeros se encontraban también junto a sus parejas las cuales no tardaron en alargarnos sorteando falsos comentarios como: que bonita pareja, ya era hora que aventara cabeza, se ve que están muy enamorados, seguramente se casen, son tan perfectos juntos, etc.

Mientras hablan puedo ver a Daemon orgulloso por sus comentarios, yo me limito a regalarle mi mejor y más falsa sonrisa e intento no dormirme mientras los escuchó hablar de lo bien que va Sheridan Company y sus futuras visiones de la empresa.

Mi copa se ha vaciado, me excuso con que necesito ir al baño, el cual para mi suelte queda en la misma dirección del donde he escondido la botella.

Camino al balcón, rebuscó entre las plantas, lleno mi copa con el bendito elixir de los cielos y regreso con Daemon dejando la botella bien escondida.

Algún milagro debe haber ocurrido que al regresar Daemon se encuentra solo, dios debe haber oído mis plegarias, de escuchar hablar un poco más sobre su compañía me habría vuelto loca.

—¿Quieres? —Brindo de mi copa a Daemon, este acepta. Al probar el líquido me mira asombrado.

—¿Cuantas copas te has bebido, y de donde lo has sacado? —Pregunta, pero en su voz no hay enfado.

Río como niña chiquita que la acaban de pilla haciendo una maldad.

—Apenas unas pocas, no recuerdo el número con exactitud —Daemon resopla, besa mis labios mientras me abraza y susurra sobre estos.

—¿Qué haré contigo Sky? —Su acento alemán eriza los bellos de mi piel.

Me encanta como se siente estar en paz con Daemon, y me asusta imaginar que este sueño culmine.

La paz es algo que añoro demasiado en mi vida, la paz y la libertad de hacer lo que me venga en gana sin tener que rendir cuentas a nadie.

Miles de ideas y pensamientos vienen a mi cabeza mientras el avión despega. Las Vegas ha sido incluso más emocionante de lo que pensé, pero desde un principio supe que nuestra estancia en ella seria temporal, unas cortas vacaciones alejada de la cruel realidad, Daemon se encuentra en el asiento frente a mí, centrado en su móvil.

Rosó los dedos de mi mano sobre mis labios, recordando el último y tierno beso que Daemon deposito sobre estos, ese beso se sintió como algo más, no sé como explicarlo. O talvez no quiero explicarlo.

No sé que siento por él señor vida perfecta. En nuestra relación hay más altos y bajos que en una montaña rusa y por desgracia, los bajos superan los altos con creces, disfruto estar a su lado, pero al mismo tiempo aborrezco los silencios incómodos y actos de desinterés.

DeudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora