Capítulo 25

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Una sensación de ardor intenso hormiguea en toda mi piel, abro los ojos apresurada, un mareo me hace soltar un quejido.

Masajeo mis ojos, mientras me siento, el ardor en mi cuerpo es debido causado al sol que cae sobre mí, echó un vistazo a mi alrededor, aún  me encuentro en el área de descanso.

Me levanto del mueble donde pase la noche, golpeando sin percatarme la botella de vino, la cual golpea el suelo, vacía, sin romperse, pero logrando un desgarrador ruido para mis oídos —perfecto, tengo resaca.

Ingreso en la casa silenciosa con la botella que obtuve del suelo y la copa de cristal en mis manos, desecho la botella en la basura más cercana y coloco la copa junto a los platos sucios en la cocina en mi camino al dormitorio.

Agradezco que la obsesión de Daemon por su empresa no le permita llegar tarde a su trabajo, ahorrándome la vergüenza de ser vista en el deplorable estado que me encuentro, tampoco me encuentro con Martha y Eduard se encuentra la mayor parte del tiempo en el estacionamiento junto a los carros lo que hace la situación más agradable para mí.

Entro en la ducha despojándome de la ropa, apesto a sudor y vino, se siente como esas madrugadas que llegaba a casa cansada de bailar toda la noche en Fire.

Salgo de la ducha intentando quitar los nudos de mi cabello con los dedos, hago muecas de dolor. Una vez vestida, dedicó un vistazo a la cama perfectamente hecha. Estoy tentada a acostarme, pero mi estómago ruge, sin pensarlo demasiado me deslizo hasta la cocina, tomo de la nevera lo necesario para hacer un sandwich.

El ruido de una puerta abriéndose llama mi atención, es demasiado temprano para que Daemon regrese del trabajo, pero ahí esta, entrando en casa cargando algunas cajas.

—Buenos días —lo saludo, la educación ante todo.

—Buenas tardes, son más de las doce —me corrige y si no fuera porque tengo demasiada hambre tiraría mi sándwich hacia su traje perfecto solo por ver su reacción al notar que se ha encuadrado con comida.

—¿Y esas cajas?

—Son para ti —la coloca sobre la mesa.

—¿A qué se debe? —me niego a pensar que me ha comprado un regalo solo porque sí.

—Necesito que vistas lo que hay en ellas, en unas horas iremos a una fiesta necesitó captar inversores, uno en específico ira a esa fiesta y si logro hacer negocios con él sería un buen avance para Sheridan Company.

—¿Cómo negarme a tan seductora propuesta? —el sarcasmo dan filo a mis palabras.

—Sky —pronuncia mi nombre imponente bajo su seductor asentó alemán.

—Daemon —hago lo mismo antes de pasar frente a él, recoger las cajas y perderme dentro de nuestra habitación.

El lugar de la fiesta es amplio, la entrada esta plagada de periodistas que me fotografían y hacen preguntas mientras camino hacia la entrada junto a mi novio.

Mi resaca aún no desaparece y  a cada paso que doy pienso en que por nada del mundo debo tropezarme o virarme un pie.

—Sonríe —ordena Daemon—, y mira al frente, siempre.

DeudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora